|
|
|
Ángela
Gentile
nació el 5 de agosto
de 1952 en la ciudad de Berisso, provincia de
Buenos Aires, la Argentina, y reside
transitoriamente en La Plata, capital de la
provincia de Buenos Aires. Es Profesora de
lengua y literatura italiana y Profesora de
lengua española. Ha participado en congresos y
simposios en su país y en el extranjero.
Administra
http://berissoenpalabras.wixsite.com/berissoenescritos.
Dictó los seminarios “Leggere Italo Calvino”,
“Misteri Medivali-erbari, lapidari, bestiari”,
“Il Teatro Italiano-Dalla Commedia dell´Arte a
Dario Fo”, “Leggere Tabucchi”, “Due Leggende
Cervantes e Shakespeare”, etc. Además de ser
co-autora de los manuales para cuarto y quinto
año de la escuela secundaria
“Pensar la lengua y
la literatura”,
es la responsable de
“Palabras
originarias. Antología poética de tradición
oral”. En el
género ensayo es co-autora, junto con Marcelo
Passoni y Cecilia Bignasco, del volumen
patrocinado por la UNESCO:
“Voces olvidadas. Las
lenguas y las canciones de cuna de la
inmigración”.
En este género, en 2015 apareció su libro
“Diáspora griega en
América”.
Publicó los poemarios
“Escenografías”
(2005),
“Cantos de la Etruria”
(2008),
“Cuerno de marfil”
(2012) y “Los
pies de Ulises”
(2016).
|
|
ÁNGELA
GENTILE
“Aprendí
portugués para leer a Pessoa en lengua madre”
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
|
|
|
“Aprendí
portugués para leer a Pessoa
en lengua madre y sentirme en cada página
como en Lisboa”
Ángela
Gentile
|
|
|
Ángela Gentile con Umberto Eco |
|
|
1 —
Naciste en la “capital provincial del
inmigrante”.
AG
—
En el mes dedicado a Augusto, como solía repetir
mi abuelo. Allí escuché por las calles
expresarse en distintas lenguas y respetar otras
costumbres; esto generó en mí una fascinación
inexplicable por los pueblos. Fue un privilegio
ver el río atravesar el corazón de la ciudad,
respirar en la llovizna del sudeste la humedad
que provenía del monte. Yo recuerdo una ciudad
mágica que alimentó mi imaginación y me habita
para siempre.
Crecí en un ambiente humilde con un padre lector
de Emilio Salgari, Robert Louis Stevenson y
Julio Verne; una madre que narraba historias
camperas y recitaba a Rosalía de Castro en
gallego, una hermana y tíos músicos que
iluminaban los días de fiesta y abuelos
quinteros que trabajaban la tierra y hacían
vino. Desde la infancia las bibliotecas, en
especial la de mi escuela primaria, han ejercido
un encanto particular en mí; allí el silencio
era presencia, se demoraba en los lectores, algo
que aún no puedo explicar.
Practiqué atletismo y en ese espacio reforcé los
valores de convivencia que había recibido de mi
familia; y aún conservo aquellas amistades, es
parte de la gente entrañable que va
siempre conmigo. Si me veo en el tiempo me
reconozco como “rara avis”, una renacentista
fuera de su siglo, necesitando conocer y
escuchar todo aquello que la rodeaba. Me he
repetido muchas veces en el pasado y lo sigo
haciendo en la actualidad,
“No me importa lo
lejos que esté la meta / siempre que me den
tiempo para llegar”:
así canta Serrat. No he pasado privaciones
extremas pero crecí con más responsabilidades
que placeres.
Me interesan los pueblos originarios, las
canciones de cuna, el mundo etrusco, el griego,
las danzas y sus literaturas; porque siento que
entro en esos territorios y soy parte de un
mundo que me habita.
|
|
|
Ángela Gentile con María Kodama |
|
|
|
|
2 — Y
estudiaste la lengua de tus ancestros.
AG — Por amor;
fue así que llegué a ser profesora de lengua y
literatura italiana y española. Pertenecí al
Centro de Estudios Italianos de la Universidad
Nacional de La Plata, una experiencia más que
interesante para la investigación; porque allí
encontré los escritos de Giuseppe Ungaretti y
Eugenio Montale, a quienes dediqué por aquellos
años mis trabajos. Conocí a investigadores como
Daniel Capano, Trinidad Blanco, Gloria Galli,
Nora Sforza, Betty Neumann y me vinculé a
A.D.I.LL.I. (Asociación de Docentes e
Investigadores de Lengua y Literaturas
Italianas), porque movilizan la pasión.
Participé en el Primer Congreso en América sobre
Dante Alighieri en la Universidad de Salta.
Expuse un trabajo sobre la memoria colectiva de
los italianos, la transculturización de esos
grupos humanos desplazados por el hambre y la
guerra; y que lograron traer en la memoria
fragmentos de obras que supieron recitar en
algunas reuniones aquí, al sur de América.
Fragmentos claves de la
“Divina comedia”
como pasaporte de cultura. En aquella
oportunidad conocí a Luis Toledo Sande, filólogo
cubano y vicedirector en su momento de la Casa
de las Américas, hoy amigo más allá del océano.
Traduje la novela finalista del Premio Juan
Rulfo, “El
circo nunca muere”,
de Gabriel Bañez, a pedido del autor, para la
Editorial Einaudi, que por entonces fue
absorbida por una de mayor campo editorial y no
llegó a publicarse. Sentí y siento que el reto
más temible es traducir poesía: la experiencia
la tuve con el libro
“Los dioses oscuros”
de Ana Emilia Lahitte. Ella me presentó en su
casa, donde funcionaba el taller literario, a
Roberto Juarroz; y con él tuve el privilegio de
dialogar muchas veces, de lograr que accediera a
escribir la contratapa del libro de mi amigo
Raúl Zeleniuk, una joven promesa que la vida se
llevó. Juarroz, en su generosidad permitió que
alguien como yo, que intentaba escribir unas
líneas, opinara sobre su obra.
El eterno tema del cómo debería funcionar una
dirección de cultura, me motivó para realizar un
postgrado en Gestión Cultural en la Universidad
FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales), sin intenciones de ocupar puesto
alguno, y por el simple hecho de saber cómo
deberían ensamblarse las disciplinas en las
comunidades; además estoy finalizando una
especialización en Políticas Socioeducativas.
Actualmente trabajo en el Instituto de Cultura
Itálica, en la Asociación Dante Alighieri, como
profesora de lengua y literatura italiana, dicto
seminarios sobre Italo Calvino, Misterios
Medievales, entre otros; me desempeño además en
el Instituto Superior de Formación Docente de La
Plata, en la carrera de Locución; en la Escuela
Superior de Arte de Berisso, en la carrera de
Canto Lírico, dictando dicción y fonética, y en
el Instituto Superior Alessandro Manzoni la
cátedra de Lingüística I y II y Glotodidáctica
italiana.
|
|
|
3 — En tu
ciudad natal funcionó el taller literario
“Almafuerte”.
AG — Del que
formé parte. Allí conocí a Horacio Castillo,
quien fue nuestro Maestro, y como Alighieri
dijera y nosotros repetimos:
“Tu se´lo mio maestro
e´l mio autore”.
Leíamos poesía en tiempos ominosos para nuestro
país, a punto tal de encontrarnos un día con un
cartel que rezaba
“Hoy se clausura el
taller literario”.
Así nos despedimos, con el silencio como
metáfora y nos fuimos para reencontrarnos
veinticinco años después, casi transformados en
la afanosa Maga cortaziana y escribimos un libro
colectivo, “El
lenguaje-lo propio”.
Nos hizo sobrevivir el eros por la palabra,
lejos del tánatos de los seres oscuros. Abandoné
la carrera de filosofía porque así me lo pidió
mi padre, temiendo no sabía qué pero temiendo. Y
entonces seguimos la vida que nos da hijos para
advertirnos que la eternidad existe. La
escritura nunca silenció, sólo nos transformó en
Proteo, chamanes, astrólogos y pájaros, nos
alejó del valor éxito pero también de la
esclavitud de la fama. Sentí que me reclamaba
más lectura, más alimento y entonces
“La lectura, es la
libertad conquistada”:
Paul Celán, Olga Orozco, Miguel Hernández,
Juarroz, Roberto Themis Speroni, Wislawa
Szymborska, George Trakl, Fernando Pessoa,
Octavio Paz, Álvaro Mutis, entre tantos.
|
|
|
4 — Y
un día publicaste.
AG — Aunque no
convencida, sí, mis primeros escritos; fue por
insistencia de amigos. Así llegó “Escenografías”,
el que obtuviera el Premio Nacional “Iniciación”
de Literatura, otorgado por el Ministerio de
Educación y Justicia de la Nación, en la Bienal
1985-1987, años en los cuales se restableció el
mismo, puesto que había sido suspendido durante
la dictadura militar. Los jurados fueron Jorge
Lafforgue, Ángel Mazzei, Josefina Delgado,
Francisco Madariaga y Horacio Castillo. El día
de la premiación fui en micro desde Berisso
hasta tu ciudad; al entrar al Salón Fundadores
del Palacio Errázuriz, dejando a mi mamá y a mi
hermana detrás, apresuré el paso, abrí la puerta
como un torbellino y me puse cara a cara con el
artista plástico, recientemente fallecido,
Nicolás García Uriburu, quien me indicó que
enseguida la ceremonia comenzaba. Al reponerme,
atravesé el salón hasta la primera fila,
mientras la cantoría del Teatro Colón entonaba
el Himno Nacional; miré el entorno y evoqué la
primera vez que me habían llevado allí: fue en
un paseo de la escuela Nº 3, mi primaria, en la
aventura Berisso-Buenos Aires. Aquella vez había
sido la última en abandonar el recinto,
deslumbrada por su belleza, que no entendía pero
que me conmovía. Solamente la voz de la maestra
me alertó para que me apurara. Antes de salir me
dije: “Algo
voy a hacer acá”;
y lo que hice fue regresar y recibir la
distinción en nombre del presidente de la
Republica, que en aquel entonces era el Dr. Raúl
Alfonsín, a través del embajador, y poeta,
Ramiro de Casasbellas, escoltado por el maestro
Libero Badi y el arquitecto Amancio Williams. La
suma de dinero fue importante; pero no la
destiné a la edición de la obra, ya que era más
apremiante la situación económica. En una
ocasión, tomando un café en Mar del Plata con
Antonio Dal Masetto, cuando fuimos jurado de los
Torneos Bonaerenses, regresó el tema de la no
edición y fue él quien me sugirió que la
concretara, al igual que Horacio Castillo, que
sostenía que uno no vuelve a ser el mismo tras
ver su primer libro. Resumiendo: en 2005
publiqué
“Escenografías”.
En 2008,
“Cantos de la Etruria”,
con prólogo de
Rodolfo Godino: había sido producto de mi
experiencia en Italia, donde fui a estudiar como
becaria de la Universidad de Perugia (eran cinco
becas que otorgaban en el mundo y pude acceder a
una junto a una noruega, un español, una peruana
y una australiana). En Italia fotocopiar libros
no es legal; entonces, todas las noches copiaba
en un cuaderno poemas de
“La alegría”
de Giuseppe Ungaretti, que me había prestado la
biblioteca comunal. Sentía curiosidad por ese
texto iniciático, necesitaba comprobar que la
música de sus poemas estaba también en la
disposición de sus silencios. Continué con las
lenguas y estudié catalán y chino por distintos
motivos; pero aprendí portugués para leer a
Pessoa en lengua madre y sentirme en cada página
como en Lisboa.
Redondeo mi respuesta contándote que participo
en el volumen
“El camino de los mitos”
(Ediciones Evohé, Madrid, España, IV Concurso
Internacional “La Revelación” de relato y poema
mitológico), hecho algo insólito para mí, pues
votaron los lectores en la web mi poema y como
los resultados fueron favorables, me incluyeron.
Integré la antología
“Poesía 36 autores”
de La Comuna Ediciones, de La Plata, en 1998,
así como la colección dirigida por Ana Emilia
Lahitte, “Hojas de sudestada” y la Colección
Juan Gelman de Poesía 2014 del Ministerio de
Educación de la Nación (compuesta por ochenta
títulos que fueron distribuidos en las
bibliotecas de todas las escuelas del país).
|
|
|
5 — ¿Y tus
incursiones en radio, en televisión?
AG
—
Trabajé en el programa “Por la noche” de Canal 5
Televisión, emitido con la dirección de Mario
Ortiz y la conducción de Darío González, con los
cuales disfrutamos el haber sido ternados para
el Premio Martín Fierro por Cable en 1994; y
también en radio en “Immagine d´Italia”,
dedicado a recorrer regiones y costumbres a
través de la música. En la actualidad participo
en un magazine en FM Difusión 98.1, con un micro
de literatura denominado “Los libros en la
radio”, donde divulgo la literatura argentina,
latinoamericana y mundial.
|
|
|
|
6 — ¿Otras
incursiones?...
AG — Una de
las más bellas fue en Cartagena de Indias, en el
Congreso de IBBY, Organización Internacional
para el Libro Juvenil, en 2000, “El nuevo mundo,
para un mundo nuevo”: me sorprendió la ceremonia
en la entrega del
Premio
Hans Christian
Andersen,
donde los niños realizaron, en
absoluto silencio, una demostración del dolor
por la guerrilla; esa estampa me reafirmó que la
no palabra, es la denuncia más feroz. Allí,
gracias a un amigo colombiano, Jaime Ronis,
visitamos la casa de Gabriel García Márquez, a
quien la Comuna de Cartagena le había preparado
un homenaje, pero él no pudo asistir, por su
salud delicada. Mantengo presente aquella
vivienda color ladrillo y una ventana abierta al
mar de las Antillas.
En Colombia me encontré con Jordi Sierra i
Fabra, escritor catalán que además de ser acaso
el autor más prolífico de España, ha investigado
la historia del rock y de Los Beatles, y lleva
adelante en ese país una fundación para jóvenes
escritores.
Vino el tiempo de asistir en Cuba a otro
encuentro y ni siquiera la amenaza de un viento
importante sobre el malecón, me hizo desistir de
fotografiarme en la Casa de las Américas, en
cuya revista colaboré.
La revista “Dall´Italia 2000” y el programa
“Caffé Ristretto”, emitido por Radio Universidad
(de La Plata), me permitió a través de su
directora otra experiencia impactante, porque
llegando a la escuela, me preguntan si podía ir
a Buenos Aires para entrevistar a Umberto Eco:
no lo dudé y fui. Allí me encontré con una
gloria para quienes hablamos italiano. El
maestro, el filólogo estaba “a due passi” y sin
más lo abordé, me autografió y me regaló
“Opera aperta”.
Fue muy simpático y generoso; a punto tal de
darme su dirección, en la Universidad de
Bologna, para que le enviara la adaptación que
trataba sobre
“le lenti di fra Guglielmo”;
así lo hice, y en el remitente asenté, porque
creí más segura, la dirección del colegio. Un 21
de enero, cumpleaños de mi papá, recibo una
llamada telefónica, muy graciosa, desde la
secretaría de la institución:
“¡Ángela, acá hay un
sobre a tu nombre y dice U. Eco! ¿Qué hago?”.
“En media hora
estoy allí”
—respondí. Era verano y cerraban por vacaciones
durante una semana; entonces subí a mi auto y
llegué desde Berisso, cinco minutos antes de la
cinco de la tarde; una vez más celebré el género
epistolar, porque conservo la carta de Eco con
apreciaciones sobre el tema.
|
|
|
7 — ¿Y
un apunte sobre tus clases…?
AG — En ellas
la poesía nunca faltó; leer un poema no lleva
horas y por eso lo proponía apenas llegaba;
porque opino que una línea puede transformar el
día, al permitirnos la belleza que habla
distintos lenguajes para cada uno. Mis
clases-talleres eran en una escuela semi rural,
con chicos alejados de la mirada de muchos
adultos. Allí creo haber realizado una de las
mejores labores de mi vida: los acompañé, les
hice saber lo importante que eran para mí, y que
cada uno era único. Uno de ellos, maltratado por
su padre y negado a escribir, a leer, a todo,
sucumbió frente a “El niño yuntero” de Miguel
Hernández, y considero que fue aquel gran poeta
que regresó en palabras para abrirle el sendero
de liberación. Ese alumno participó en los
torneos bonaerenses, superando todas las etapas
regionales, hasta llegar a la final, y antes de
irse a Mar del Plata, me saludó y me dijo:
“Voy a ver el
mar”, y a mi
mente acudieron aquellos soldados griegos que
pronunciaron
Thalassa, Thalassa,
“El mar, el
mar”, pasando
por cuatro mil kilómetros de campo enemigo y
llegando a orillas del Mar Negro: los gritos de
alegría fueron inigualables: algo similar
transmitió mi alumno.
|
|
8 — Fundaste,
aceptaste proposiciones, fuiste jurado,
asististe a otros eventos…
AG — Fundamos
con Cecilia Bignasco, “Biblos ‘03 - Programa de
promoción de la lectura literaria”, con micro
programas radiales, talleres y capacitaciones,
siendo distinguido como uno de los diez mejores
proyectos de promoción de la lectura del país,
por la Cámara Argentina del Libro, por ABGRA
(Asociación de Bibliotecarios Graduados de la
República Argentina), el Consejo Superior de
Educación Católica Argentina, entre otras
instituciones, y realizamos CDs: “Poetas del
Mundo” (lectura en lenguas madres y en español),
“Despreocupado lector” (en homenaje al Quijote
por sus 400 años), “Lecturas de nunca acabar”,
por Silvia Milat (las miradas del amor en la
literatura), “El milagro de la brevedad”,
“Cantos del destierro”, “Himno ciudad de
Berisso”, “Cuentos al vuelo” y también
inauguramos la Biblioteca de la Inmigración, en
un espacio que nos brindó el Centro de
Estudiantes y Egresados de Berisso. Casi en
paralelo comencé junto a Alicia Diéguez la
revista independiente de literatura juvenil
“Etruria”, con la cual obtuvimos el Premio
Pregonero 2009 a la prensa gráfica, otorgado por
la “Fundación El Libro” de Buenos Aires. Con
“Etruria” organizamos el Primer Congreso de
Literatura Juvenil Latinoamericana y Gallega,
con invitados nacionales e internacionales, como
Anxela Gracián, Silvia Puentes, Laura Antillano,
Esteban Valentino, participando en la mesa de
clausura Osvaldo Bayer, así como Víctor Heredia,
en su condición de novelista, y amigos
incondicionales que nos acompañaron.
Al ser descendiente de inmigrantes, uno imita
ciertas soledades, diría que heredamos espacios
que no habiendo sido nuestros, pasaron a ser
propios; por eso cuando Stella Loholaberry me
convoca para escribir los textos de sus
proyectos, acepté, porque en ellos pude
concretar sueños ajenos también: “La cantata
fundacional”, ejecutada en música por la
orquesta sinfónica de la ciudad, el “Primer
desembarco, María Ongay” de los inmigrantes en
el puerto de Berisso, el “Homenaje a la calle
Nueva York”, entre otros. Ejecuté un trabajo de
campo que concreté en el libro
“Voces olvidadas. Las lenguas y las canciones de
cuna de la inmigración”,
con el texto “Carta”, cedido por Antonio Dal
Masetto a modo de prólogo; un análisis desde la
psicología por Marcelo Passoni y la grabación de
las canciones, efectuadas por Cecilia Bignasco,
en las diecinueve colectividades conformadas en
Berisso, más una canción en quechua como
homenaje a las lenguas autóctonas. Este volumen
fue auspiciado por UNESCO en 2010 —Año
Internacional de las Lenguas—.
En 2013 Abel Robino me invita a formar parte de
su colección Cuadrícula y me edita “Cuerno
de marfil”. En
ese año fui invitada a la FILVEN (Feria del
Libro de Venezuela); además de efectuar una
asesoría en el CENAL (Centro Nacional del
Libro),
una conferencia en la Universidad de las Artes,
“De la
oralidad a la posmodernidad”,
dicté talleres en el Encuentro de Literatura
Infantil y Juvenil de Carabobo, y en Caracas,
junto a Alicia Diéguez, un seminario de
Promoción de la Lectura Literaria y Escritura.
La escritora Laura Antillano me ha incluido en
el volumen
“Ellas”, de
Editorial de la Universidad de Carabobo.
Publiqué en “Letralia. Tierra de Letras” un
ensayo, “Galileo Galilei, lector del universo”,
para el libro electrónico
“Libertad de
expresión, poder y censura”;
y otro sobre los pueblos originarios, “La lengua
exterminada” para el e-book
“Veinte”,
celebrando las dos décadas de esa pionera
plataforma de la web. Fui jurado del premio
“Viva Lectura” de Editorial Santillana, del
Premio Edelap de Narrativa, de los Torneos
Bonaerenses, entre otros. Integré el Plan
Nacional de Lectura desde 2009 a 2012, en el
equipo técnico, pudiendo de este modo recorrer
nuestro país con talleres o presentaciones de
autores (Eduardo Saccheri, Elsa Osorio,
Guillermo Saccomanno, Liliana Bodoc, Mempo
Giardinelli, Norma Huidobro, etc.). El taller
más solicitado fue “Poetas
de la tierra”:
un recorrido por la poesía argentina desde el
grupo “La Carpa” hasta el Sur. Tuve el placer de
compartir una extensa charla y una cena en la
ciudad de Salta con el poeta Raúl Aráoz
Anzoátegui, el último de aquel grupo de la
generación del ‘40. Otros talleres fueron: “Poetas
de las dos orillas”:
las voces femeninas de Uruguay y Argentina desde
el siglo XIX hasta el XXI,
“Poetas del Egeo -
Una selección de poesía griega contemporánea”
y
“Palabras
originarias”,
adquiridos por la Editorial Mandioca, la cual
editó 14.000 ejemplares. En co-autoría con
Gerardo Balverde he escrito para la Editorial
Llongseller
“Pensar la lengua y la literatura”
(manuales de literatura para 4º y 5º año del
secundario). Compilé
“Antología
latinoamericana de teatro de títeres”,
además de manuales para escuela primaria (área
literatura de la Edición del Árbol). Participé
en el Foro Internacional de Mempo Giardinelli,
dictando talleres de poesía surrealista y así
compartí encuentros con Gustavo Roldán, Carlos
Noguera, director de Monte Ávila, Liliana Bodoc,
Eduardo Saccheri.
|
|
9 — Y ahora,
Grecia.
AG — En 2015
presenté
“Diáspora griega en América”
de Editorial Hespérides, donde reuní las
historias de inmigrantes o descendientes que
fueron un modelo a seguir por su labor, edición
muy cuidada por mi agente literario Marcela
Hammerly. El libro cuenta con un prólogo
realizado por Héctor Arrese Igor y la inclusión
destacada de autores de la región y el
extranjero como
Ernesto Sierra, diplomado en Estudios
Amerindios, perteneciente al Centro de Estudios
Hispanoamericanos de la Habana.
Organizar la versión definitiva me insumió doce
años de elaboración. Pertenezco al
grupo “Ser Griegos” y junto a Rosario Curti
formamos una asociación civil para la difusión
del helenismo; y participo en la adaptación de
las obras para el grupo de teatro leído: “Edipo
rey”, “Conversaciones con Homero”, “Hécuba, las
distancias del odio” y este año “Las Euménides”;
además de ciclos de cine griego, organizamos
conferencias y muestras fotográficas y pintura.
Estudio griego moderno y bailo danzas griegas.
La Editorial Ocelotos, de Atenas, publicó este
año “Los pies
de Ulises” en
edición bilingüe (griego-español), con la
traducción del Charalampos Dimou.
|
|
10 —
Participaste en octubre del Encuentro de Poetas
del Fin del Mundo, en la provincia de Tierra del
Fuego.
AG —
No suelo concurrir
demasiado, pero Tierra del Fuego es mágica, como
gusta decir mi amiga Silvia Milat, y bajo esas
palabras me era imposible no aceptar la
invitación de Gabriela Rivero, una excelente
organizadora; a punto tal de hacernos compartir
en el bosque Yatana, que en lengua yaghana
significa tejer, una experiencia de lectura
inolvidable por el sentido ritual que se le
otorgó a la palabra. Participaron los poetas
invitados que llegaron de distintos puntos del
país; los cuales luego leyeron en la Casa
Beban y en la Biblioteca Popular Sarmiento, de
Ushuaia. Allí estuvieron Dario Falconi (de
Italia; homónimo del poeta argentino nacido en
la provincia de Córdoba), Víctor Hugo Valledor,
Norma Etcheverry, Claudia Tejeda, Gladys y Elena
Abilar, Hugo Mujica, Liliana Chávez, Silvia
Biott, y muchos más.
|
|
11 —
¿Cuándo das por concluida la traducción de un
poema?
AG —
Uno
termina abatido por la interpretación que es el
enigma a resolver, la precisa elección de las
palabras te lleva por dos caminos: uno, el de la
solución más neutral pero sin magia, o la
búsqueda de la magia que finaliza en una
reinterpretación de la esencia. Yuri Tiniánov
insistía en el ritmo que sostienen las palabras,
y creo que al traducir no hay que alejarse de
esta sonoridad, lograrla es acercarnos a otra
forma, además de considerar la relación entre
las dos lenguas, los cánones de la época y las
diferencias. Walter Benjamin en su ensayo “La
tarea del traductor” ha tratado precisamente la
relación de las lenguas, que considero trabajoso
porque pasás de lector a una forma extraña de
intérprete de tu propio idioma; con lo cual
sabés que lograste una aproximación.
Al leer un poema necesito sentir que algo me
desafía para llegar a la otra lengua; por eso,
más allá del autor, sigo la sutileza que da la
palabra que es la frontera.
|
|
12 — ¿Y otras
consideraciones? ¿A qué traductores valorás?
AG —
No me
dedico a la traducción; solamente pretendo
escuchar el ritmo de esas palabras en la otra
lengua. He traducido a pedido de amigos pero hay
algo que aún no me convence internamente, deberé
explorar ese perfil alguna vez. Uno para
traducir debe entrar en el otro; pero la tarea
de identificación es agotadora, porque jamás
llega el traductor a ese instante de creación
original, y entonces se hace necesario liberar
nuestra propia lengua, arrojarla para entrar a
sentir en la otra.
Pude experimentar la lectura de mis poemas
traducidos al portugués y no deja de ser una
experiencia provocadora.
Me preguntás por traductores y recuerdo a
Rodolfo Alonso, Horacio Armani, Alma Novella
Mariani, Esteban Nicotra, Pablo Anadón, entre
otros. Uno admira del traductor la fuerza para
alzar el guante del desafío y entrar en otra
vida.
|
|
|
13 — Turco, de nacionalidad griega, Pedro
Márkaris (1937), es un novelista que me
entusiasma. ¿Y a vos?... ¿Qué narradores griegos
te entusiasman?
AG — Leo mucho
más a poetas que a narradores griegos. A
Márkaris no lo he leído, pero sí a un clásico
como Nikos Kazantzakis
con su conocida
“Vida y opiniones de
Alexis Zorba”
(me queda pendiente de él la novela que me
recomendara una amiga:
“El pobre de Asís”)
y a Lena
Divani, autora de
“Las mujeres de su
vida”. “El
mensajero de Atenas”,
de la inglesa
Anne Zouroudi, se desarrolla en una pequeña isla
griega donde dioses y hombres se encuentran de
manera velada, como sucediera en los textos
homéricos. Estimo que está presente, en la
narrativa griega contemporánea, la tragedia como
un sello de agua que se debe descubrir. En mi
apreciación como lectora, creo que en muchos
novelistas contemporáneos laten aquellos aires
micénicos en los cuales la literatura oral
contaba sobre las guerras, las cosechas y los
ritos. En todo autor griego hay un heroico, sin
duda, buscando el camino (O´dromos).
|
|
|
14 —
Copiando una pregunta que suelen formular los
directores de la revista “La Guacha”: ¿qué hay
detrás de tu poesía?...
AG —
Podría inventar, pero nunca me pregunto por mi
poesía ni tampoco adonde va, la escribo porque
la necesito. Si puede sumar, Guillermo Ara dijo
respecto de ella:
“Su poesía es una voz
cercana a la que supongo usó el hombre del
primer vagido para nombrar un mundo todavía
caótico y acechante”
y Guillermo E. Pilía:
“Quizás Ángela haya
llegado a la conclusión de que en la poesía el
silencio tiene a veces más peso que el fárrago
de palabras.”
Creo definitivamente en el silencio.
|
|
15 — En la Escuela Superior de Arte de Berisso,
en la carrera de Canto Lírico, dictás Dicción y
Fonética, nos contabas. ¿Cómo se imparte esa
materia?
AG —
Tiene
una parte teórica que se basa en el alfabeto
internacional fonético (AFI), con símbolos que
ayudan a reconocer sonidos para alcanzar una
pronunciación correcta en los textos de las
óperas, más la gramática italiana básica.
Trabajamos además obras como “Orfeo” de
Alessandro Striggio como libretista y Claudio
Monteverdi como músico; “Didone abbandonata” de
Pietro Metastasio hasta las más populares, como
“Aida” de Antonio Ghislanzoni y Giuseppe Verdi,
“Nabucco” (Temistocle Solera-Verdi), “La
traviata” (Francesco Maria Piave-Verdi), “Il
barbiere di Siviglia” (Cesare Sterbini-Gioachino
Rossini) o “Madama Butterfly” (Giuseppe
Giacosa-Luigi Illica-Giacomo Puccini), entre
otras. Se leen en italiano respetando el texto
del momento en el cual se crearon, se analizan
los argumentos, se escuchan distintas
interpretaciones con apoyatura de videos y/o
audio directamente.
|
|
16 — ¿Fado
portugués, joropo venezolano, ópera china,
rebetiko griego, samba brasileño o canzonetta
italiana?...
AG — Al
escuchar un rebetiko no se piensa en la
afinación de la voz del cantante porque ese
alguien comparte su sentimiento de abandono, se
olvida del entorno y entra a dialogar con el
dolor, con la realidad. Los temas van junto a la
historia de los perseguidos, de los desclasados
y marginales; mientras que, nostálgicamente son
acompañados por algún bouzouki. La música
rebética tiene como una prolongación el
zeibékiko y el jasápico, que se escuchan en
muchas tabernas. Todo es inmediatez, unidad de
música y texto como en el epitafio de Seikilos
que dice:
“Mientras vivas, brilla, / no sufras por nada en
absoluto. / La vida dura poco / y el tiempo
exige su tributo.”
Los fados también están conectados con la
melancolía cotidiana y entonces, una sola voz
dice todo lo que un pueblo calla: Amalia
Rodrigues y Carlos do Carmo están entre mis
preferidos. Si hablo de rebetiko y fado, debo
incorporar la canzonetta napoletana, porque
tiene un misterioso nacimiento profano en lo que
se denominó en el siglo XVI “la villanella”; era
un contrapunto de voces sin acompañamiento y
narra, entre otros asuntos, las vicisitudes del
pueblo, en un dialecto tan musical como el de
Nápoles.
|
17 —
“Ningún tiempo perdido es recuperable”,
afirma el narrador de la novela
“La caverna”
de José Saramago. ¿Cómo te parece que te manejás
con lo que vas perdiendo?
AG —
¿Por qué recuperar?,
me pregunto en voz alta: la vida está en la
intensidad del presente. La locución latina
atribuida a Orazio, el poeta romano, lo asevera:
“Carpe Diem”,
y desde allí
vamos por el Renacimiento con Lorenzo el
Magnífico:
“Quant´è bella giovinezza / che si fugge
tuttavia / chi vuol esser lieto sia / di doman
non c´è certezza (…)”;
y así podríamos citar a Miguel Hernández, o a
Francisco de Quevedo, quien habla del poeta y su
prolongación en otros; Friedrich Hölderlin
sintetiza: “Así
el día de la vida, la mañana de la vida”,
y
Eduardo
Galeano propone “vivir
cada día como si fuera el primero y cada noche
como si fuera la última”.
Llevado al plano
familiar, mi abuela, que murió a los 100 años y
decía: “Sólo
por hoy la vida y los amores”:
te enseñaba a no detenerte; mi madre es igual;
mi abuelo me dijo antes de irse:
“Hemos tenido una
bella vida”;
con lo cual y a pesar de la nostalgia, esas
palabras me formaron desde la infancia y he
aprendido a ir por los senderos sin esperar,
acompañada primero conmigo misma, y por tramos
con distintas personas; las cuales a veces deben
cambiar de rumbo por motivos diversos. Esas
personas igual van conmigo pero de otra manera,
las añoraré siempre pero no las he perdido, las
vuelvo recuerdo. Dijeron por ahí que la
memoria es un paraíso del cual no podemos ser
desterrados: al pensarlos, los regreso. Es el
tiempo antiguo y circular del que hablaron los
pueblos originarios.
|
|
|
|
Ángela
Gentile selecciona poemas de su autoría
para
acompañar esta entrevista
|
|
II
El
archivero continúa la historia.
Clasifica
guerras.
Vigila el
devenir de los océanos.
Acumula
mundos con su índice
y alimenta
la belleza.
Quita el
polvo y respira,
rescata
para sí un epitafio
y lo sella
en sus labios.
Suma el
infinito
y dispara
su aliento sobre los continentes.
Guarda en
su bolsillo una luna medieval,
junto a una
antigua comarca de pájaros
y recuerda
a los hombres, a los hambrientos
perseguidores del ocaso.
(de
“Escenografías”)
|
|
|
V
Después de los grandes incendios
mi
sombra vigila el cielo.
Recuerdo el paladar de los navegantes.
Desde
siempre en la rueca del ocaso,
observo mis desparejos pies
cruzando el horizonte.
Doy
silencio al resplandor de los moribundos
y tejo
las pesadillas del éxodo
entonando la canción del ausente.
Celebro la mujer de tulipán
que
viaja en mi mirada.
(de
“Escenografías)”
|
|
HABILIDAD DEL ESCRIBA
Aún
poseemos el alfabeto,
dejamos los signos,
migramos.
Arac,
se dibuja en lenguas bárbaras.
Los
pueblos lo invocan en el vuelo,
le
traen el mejor aire,
lo
cincelan en escudos
más él
es solamente brisa.
Turan
permuta oídos.
Posee
los códigos,
reanuda los secretos de Areté,
los
torna su oficio
y teje
en lengua de aves
la
historia de su pueblo sin lectores.
Los sagrados
pájaros,
trazan una
lingua estinta,
una sola palabra
transitiva.
(de
“Cantos de la Etruria”)
|
|
DANZA
El
poeta dijo:
“En la otra
orilla hay fiesta”
Sus
manos orientaron el viaje y su lengua la
palabra.
Las
naves seguían las estrellas junto al aliento de
los remeros.
El poeta
repitió:
“Me esperan”
y
danzó sobre la noche.
Su
cuerpo giró hacia Oriente y su rostro miró por
última vez Occidente.
Lejos, las piras encendidas y los becerros
sagrados,
anunciaban lo eterno.
(de
“Cuerno de marfil”)
|
|
LOS
PIES DE ULISES
Fui
devorado por el mar,
pero
mis pies memorizaron Ítaca, su hierba y el
misterio condenado a mí.
Por
ellos regresé multiforme y primitivo de
sandalias.
Allí,
velaron mi nombre una y mil noches, bajo las
estrellas y cerca del Egeo.
Alguien rozó la sagrada marca en mi piel y
preguntó:
¿Quién
eres?
Sólo
mis huellas, arquitectas de infamias, reposaron
en paz en salinas aguas,
olvidaron la resina de las zateras y dejaron de
oler a maderos.
A
expensas del mundo mis plantas buscaron las
sombras y otra voz delató:
¿Dónde
irán tus pies?
Y
vinieron hacia mí los naufragios y los vientos.
Yo,
soberano en intrigas, no pude contra mí y me
pregunté:
¿Quién
me recuerda?
Y el
mar rugió memorioso desde la alta orilla.
(de
“Los pies de Ulises”)
|
|
|
DETRÁS
DEL JABALÍ
Quitamos el hacha de dos filos hiriendo la
noche.
Mientras en el salón los hilados tejían nuestra
vigilia
y la
mirada apergaminada del jabalí de Tracia
era
rociada con el agua sagrada de primavera.
Nos habíamos
detenido en las tiendas,
alentábamos la voz de los sirvientes luego del
baño de nueces
y antes de la
espalda desconocida del bárbaro.
Lejos,
el mar volvía a su lecho
y el Borea desgranaba
nuestro perfil mientras marchábamos.
La veleta de
los vientos honraba a los dioses
indicándonos el buen rumbo.
(de
“Los pies de Ulises”)
|
|
|
|
Entrevista
realizada a través del correo electrónico: en
las ciudades de La Plata y Buenos Aires,
distantes entre sí unos sesenta kilómetros,
Ángela Gentile y Rolando Revagliatti, diciembre
2016.
www.about.me/rrevagliatti
|
|
|