Cabeçalho de Manuel A. e Sousa
Revista TriploV de Artes, Religiões & Ciências . ns . nº61. novembro-dezembro 2016 . ÍNDICE
Homenagem de A viagem dos argonautas e do Triplov a José Afonso



 
Carina Sedevich nació en Santa Fe en 1972 y reside en Villa María, Córdoba, Argentina. Ha publicado los libros “La violencia de los nombres” (Ediciones Fe de Ratas, Santa Fe, 1998), “Nosotros No” (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), “Cosas dentro de otra cosa” (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), "Como segando un cariño oscuro" (Llanto de Mudo Ediciones, Córdoba, 2012, con reedición en España), “Incombustible” (Alción Editora, Córdoba, 2013, con reedición en España), “Escribió Dickinson” (Alción Editora, Córdoba, 2014), “Klimt” (Suburbia Ediciones, Gijón, España y Club Hem Editores, La Plata, Argentina, ambos en 2015, “Gibraltar” (Dínamo Poético Editorial, Córdoba, 2015). En 2016 aparecerán “Un cardo ruso” (Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela y Alción Editora, Córdoba, Argentina) y “Cuadernos de Lolog” (Pasto Ediciones, Córdoba, Argentina). Parte de su obra ha sido editada en antologías y publicaciones literarias de diversos países y traducida al italiano, portugués y mallorquín. Es licenciada en comunicación y especialista en semiótica.

CARINA SEDEVICH

Poemas
 


Víspera de Navidad, junto al río



No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
como el viejo que evoca un paraje querido
en el que anduvo durante muchos años,
mudo, como transita uno las certezas.

No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
tan pálidos, tus dulces vellos oscuros.

 

El maestro de tai chi (fragmento)


1

Dice el maestro
que si dispongo el corazón
para transcurrir cada jornada
como si el cuerpo ya estuviese muerto
podré concebir la libertad.

*

Regreso a casa.
Atiendo mi frágil organismo.  
Lo nutro
con vegetales poderosos.
Por más que ya no río
y ya no lloro
procuro, a diario,
estirar mis músculos.

*

Es acuciante
elegir entre vivir o morir,
dice el maestro.

*

Pero es verano.

Tremolan, invisibles,
las cigarras.
Una vez encontré una
entre la arena.
No parecía
dispuesta a morir
aquella tarde.

*

Dice el maestro:
una cigarra
puede vibrar intensamente
hasta morir.



2


Tarde de enero.
Enjuago mi ropa y mi vajilla.
El agua viene tibia.
Es un mal día.
Hace diez años
perdimos un bebé.  

*

-Si cocino cebolla
mis fluidos son dulces
y mi piel se vuelve
más sedosa.-

*

Hay sitios donde guardan una piedra
por cada ser perdido. Una piedra
por alguien no nacido
es demasiado sólida, quizás.
Podría procurarme una ligera,
que hubiera sido alisada por el agua.

*

-Con un ancho cuchillo cebollero
rebano mi repollo colorado.
Abro sus fibras blancas y violetas.
Cuando las mojo el agua se azuleja.
Cae la tarde. Lenta. Encapotada.-

*

Así escribió el guerrero apuñalado:
si no supiera que me encuentro muerto
lamentaría perder la vida hoy.



3


Somos menores que una piedra.
De ahí que elijamos una piedra
para señalar las sepulturas.

*

-Sobre la hierba seca corre mejor el viento.
Sobre las grandes extensiones de hielo
es sólido el silencio.
Sobre la piedra
reverbera el sol de la estación
y guarda el frío
el paraje umbrío
en su interior.-

*

En medio de una gran catástrofe
la complexión del tiempo
se revela.
Provisoria, siempre,
hasta el final.

-¿Es distinta la vida cualquiera
a la de un prisionero de batalla?-


-Del libro Cuadernos de Lolog (Pasto Ediciones, Córdoba, Argentina, 2016)

La eufórica luz de los membrillos



1

Alcancé tu mano por primera vez
como una niña
tocaría un membrillo entre las ramas.
Cítrica, cruda,
era la ofrenda de tu mano muda.


2

Porque esa noche pude tocar tu mano
hoy que vuelve la escarcha
yo me amparo
en la eufórica luz de los membrillos.


3

Quiero abrazar un arpa y que sus cuerdas
dejen caer las voces de los pájaros
que merodean el árbol de membrillos.


4

-Y si un membrillo por azar se cae
podré mirarlo como miré tu mano:
aquella dulce materia sobrehumana.-


5

Existe una manera limpia
en cada gesto de tus manos finas.
Miro con pena como el aire oxida
la carne dura del membrillo roto.


6

Tarde de octubre. Fascinada 
-bajo el lapacho que arrasó el granizo-
en una oración por el membrillo
repito el fragor del amarillo.

 

En una película oriental


los muertos eligen un recuerdo
para vivir en él como un insecto
inmóvil en un ápice de ámbar.

Buscan momentos sin exaltaciones
en los que no pudieron vislumbrar
resabios de pasado o porvenir.

Al fin,
prefieren recordarse solos.

 

-Del libro Un cardo ruso (Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela, 2016 /  Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2016)

 
 
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ISSN 2182-147X
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Maria Estela Guedes
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