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JORGE
ARIEL MADRAZO:
sus
respuestas y poemas
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
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Jorge Ariel Madrazo
nació el 26 de agosto de 1931 en
la capital de la Argentina,
Buenos
Aires, ciudad en la que reside. Ejerció
el periodismo desde 1967, sin
interrupciones, y hasta hace pocos
meses, en su país y en Venezuela,
ocupando cargos directivos. Su quehacer
literario ha sido traducido al francés,
portugués, italiano, inglés, catalán y
macedonio.
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En
2005, por sus versiones de poemas de autores de
habla portuguesa, obtuvo el Premio “Paulo Ronai”
en Pernambuco, Brasil, y por su traducción de
dos libros de Jack London, el Primer Premio IBBY
Internacional. Es Miembro Correspondiente de la
Academia de Letras del Nordeste del Brasil y de
la Unión Brasileña de Escritores. Integra el
Consejo Editorial de la revista “Trilce”
(Concepción, Chile) y el Consejo Asesor de la
revista-web “Analecta Literaria”. Ha sido
incluido en numerosas publicaciones periódicas y
antologías nacionales y extranjeras. La
Biblioteca Nacional de la República Argentina lo
distinguió en 2014 con el Premio “Rosa de Cobre”
a la Trayectoria en Poesía.
Publicó en 2011 a
través de Ediciones Desde la Gente, Centro
Cultural de la Cooperación, de su ciudad, el
volumen conformado por su novela
“Gardel se fue a la
guerra”
(Primer Premio “Eduardo Mallea”, período
2003-2005) y por
diversos textos de su
libro anterior,
“Quarks-Microficciones”,
de 2006.
Sus dos libros de cuentos editados son
“Ventana con Ornella”
(1992) y “La
mujer equivocada”
(2006). Desde 1966 fueron apareciendo sus
poemarios
“Orden del día”,
“La tierrita”,
“Espejos y
destierros”,
“Blues de
muertevida”
(1984, Premio Nacional Regional),
“Cuerpo textual”
(1987,
editado por el sello LAR de Chile, Segundo
Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires),
“Cantiga del otro”
(1992, Primer Premio Ediciones del Dock),
“Piedra de amolar”,
“Mientras él
duerme” (1997,
en co-autoría
con el pintor Juan López Taetzel),
“Para
amar a una deidad”
(1998, Premio Fondo
Nacional de las Artes y Premio Fundación Inca),
“De mujer
nacido”,
“Teoría de
ella”,
“De vos”,
“Ayer
decías mañana”,
y en 2015 “Lo
invisible”. En
2014 se concretó en París,
Francia, a través del
Programa Sur de la Cancillería Argentina de
apoyo a la traducción, y por el sello Abra
Pampa, una edición bilingüe bajo el título
“De vos / De
toi”.
Este año, Ediciones Summa, de Lima, Perú, dio a
conocer su antología personal
“Alma que has de
vivir” y
Ediciones Caletita, de México, le publicó el
libro
“Poemas de ángel
caído”. Fue
invitado a encuentros internacionales
de poesía en su país, así como en Perú, Brasil,
Colombia, Cuba, México, Nicaragua, Ecuador,
Estados Unidos, España, ex Yugoslavia, Irlanda y
Francia |
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1 — Imaginando la
satisfacción que le habrá producido al niño que
eras en 1940, cuando se publicaron dos poemas
tuyos, nos preguntamos por la repercusión en tu
familia, por la irradiación en ellos y en vos,
por tu continuidad en la escritura de creación
en aquella década y en la siguiente.
JAM —
De hecho, esos dos
poemitas vieron la luz en una revista, “Ceres”,
editada por la mutual del Ministerio de
Agricultura y Ganadería, en el que mi padre
trabajaba. Como verás, la intervención de mi
familia en tales “inicios” literarios fue
directa, pero no porque sí: aquel chico tenía
condiciones. Los poemas estaban consagrados,
como era de prever, a mi madre y a mi padre, y
exhibían cierta habilidad constructiva y
bastante “oído”. Aún recuerdo la estrofa final
de uno de ellos:
«El niño ya se ha
dormido / la madre cesó su canto. / Ya no se oye
de la lluvia el ruido. / Las horas siguen
pasando…».
A esa edad, por cierto, ya tenía muchas lecturas
—obvio: desperdigadas, sin ningún orden— gracias
a la biblioteca de una tía, hermana de mi madre
y profesora de Arte Escénico y Declamación: esa
biblioteca rebosaba de Rubén Darío, José
Asunción Silva, Santos Chocano, Amado Nervo,
Edgar Allan Poe, Fernández Moreno (Baldomero y
César), José Pedroni, Antonio Machado, García
Lorca, León Felipe y un riquísimo etcétera. Los
Nocturnos de Silva y
“El Cuervo”,
de Poe, me abrieron el alma, el sentimiento y el
oído como nada nunca antes. León Felipe y
Vladímir Maiakovski —este último, no sólo por su
euforia revolucionaria sino también por su forma
de escandir el verso— fueron con César Fernández
Moreno, García Lorca y Rafael Alberti y el
Neruda de
“Residencia en la
tierra”,
las
influencias
más notables, en la prehistoria adolescente de
mi formación poética.
Toda la
escritura que siguió, en los ’40 y ’50, se
convirtió en humeante pira
cierta noche de rara
autopunición: ocurre que sentí miedo, o rechazo,
por lo que era una entrega psíquica casi
absoluta a la experiencia (mágica, obsesiva) del
lado poético del universo. Una precoz militancia
política y un precoz casamiento contribuyeron a
que mi primer libro de poesía se publicara muy
tarde, a los 34 años, en 1966 y gracias a la
generosidad de José Luis Mangieri con su primer
sello: La Rosa
Blindada.
Ese opus poético inicial se llamó
“Orden del día”.
Pese a tal título, no era para nada panfletario,
ni siquiera de carácter preminentemente
político, y aún hoy lo reivindico.
2 — ¿Qué
medios periodísticos en los que te hayas
desempeñado destacarías? ¿Qué secciones cubriste
y de cuáles llegaste a ser el principal
responsable, con qué otros escritores
compartiste redacciones?
JAM —
Los principales hitos
de mi trabajo periodístico fueron, en el país y
en gráfica, la revista “Siete Días Ilustrados”
(fui Secretario de Redacción de su edición
nacional y luego de la
Latinoamericana)
y el recordado matutino “La Opinión”, fundado
por Jacobo Timerman. En los años ’60 estuve muy
cerca de “La Rosa Blindada”, publicación que
dirigía Mangieri, donde reencontré al joven Juan
Gelman que ya había admirado en sus lecturas
públicas y a través de los discos del Tata
Cedrón. Ya en Venezuela transité por varios
medios gráficos hasta desempeñarme como Director
del semanario “Elite” y, luego, Secretario de
Redacción de la filial venezolana de la agencia
de noticias italiana ANSA.
Una vez de regreso en
la Argentina,
pasé por otros medios como la revista “El
Observador”, el matutino “Clarín”
—en su
sección Internacional—, y algunas colaboraciones
esporádicas para la última etapa de la
importante revista “Crisis”, que dirigió el
poeta y periodista Jorge Boccanera. Por fin, fui
colaborador permanente de la publicación virtual
y gráfica “El Arca”, órgano de la Caja
Nacional
de Ahorro y Seguros, hasta su desaparición,
poco
tiempo atrás.
Raúl González Tuñón (con quien apenas tuve
trato, por mi timidez en aquellos años), Gelman,
Francisco Urondo, el gran dibujante Hermenegildo
Sabat, Tabaré Di Paula, Sergio Morero, Alberto
Szpunberg, Ramón Plaza, son algunos de los
nombres, imborrables hasta hoy, surgidos en
aquella larga etapa periodística y poética a la
vez. Hubo más, es claro, pero no quiero
convertir este diálogo en una guía telefónica.
3 — Tras
exiliarte en Caracas, entre 1976 y 1983,
apenas regresado a nuestro país se difunde tu
poemario
“Espejos y
destierros”.
Seis, siete años en otra gran ciudad. ¿Cómo fue
“volver”?...
JAM —
El que vuelve es ya
otro, ¿verdad? Y el país también es muy otro.
Ante todo procuré re-descubrir, conocer el nuevo
movimiento poético, en especial a los autores y
autoras jóvenes: era la época de “Poesía
Abierta”, de los cafés y
caves
donde la
poesía sentaba sus reales. Traté intensamente a
magníficos compañeros de
mettier,
muchos de ellos hoy fallecidos. Mención
especial, entre estas figuras memorables ya
idas, para Enrique Puccia, Antonio Aliberti,
Rubén Chihade, Francisco Madariaga,
Edgar Bayley,
Enrique Molina, Joaquín Giannuzzi, Juan García
Gayo, Hugo Caamaño, Jorge Smerling, Carlos
Débole, Jorge García
Sabal, Celia
Gourinski, Élida Manselli, Susana Thénon, Olga
Orozco y un riquísimo etcétera.
De igual modo,
debo confesar que tropecé en algunos casos con
sectarismos y afanes por ocupar un paradójico
“poder poético” —que ayer y hoy me pareció un
afán tan pobre como risible—, cuya mayor
expresión quizás haya sido la revista “Diario de
Poesía”.
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4 — ¿Te habrás referido ya en alguna entrevista
a ese volumen titulado
“Orgasmo”
(Centro Editor de
América Latina, 1989), conformado por poemas de
Mario Trejo (1926-2012), con tu selección y
estudio introductorio? Haya sucedido o no,
Jorge, te demandamos que nos hables de Trejo, de
tu selección y estudio.
JAM —
Trejo —o
Trexus,
como él se auto-rebautizó— fue uno de los
personajes más singulares que he tratado, mejor
dicho: que tuve el privilegio de tratar. Fue, en
mi opinión, una de las voces mayores de la
poesía en lengua española, desde la irreverencia
y la ironía que no excluían una hondura
conmovedora de quien había vivido “todo”, y en
todas partes. Cualquier convencionalismo,
cualquier gesto mediocre o mezquino se disolvían
en el aire, avergonzados, ante su presencia
cáustica e intransigente. Podía suscitar
admiraciones incondicionales y rechazos no menos
absolutos. Era un ser de las noches, del jazz,
de la bohemia y los márgenes, y daba la
impresión de que nada de lo humano le era ajeno,
a excepción de las rótulos políticos. Tampoco le
fue ajeno ningún género textual: fue maestro
como dramaturgo, guionista de cine y televisión,
autor de poemas que llegaron a ser canciones
exitosísimas, como “Los Pájaros Perdidos”. Y
hasta fue actor, haciendo de sí mismo, en la
película de Bernardo Bertolucci “La vía del
petróleo”. De mi trabajo para el CEDAL sólo diré
que estuvo movido por la admiración y el amor.
5 — Envidiable
bagaje el tuyo tras las participaciones en
encuentros de escritores en una docena de
países.
JAM —
Hay encuentros
poéticos de muy distinta índole, carácter y
magnitud. Pero ya sea en Rosario o Córdoba de
Argentina, o bien en Struga —Macedonia, en la ex
Yugoslavia—, en Irlanda, en Oregón (EEUU), en
Granada (Nicaragua), en Concepción y Valdivia
(Chile), en La Habana, en Quito, Lima o
Medellín (por citar a algunos a los que fui
invitado), la emoción poética suele ser similar.
Tal experiencia, que es tanto de vida como
poética, permite además enriquecerse con
múltiples aportes, seres humanos, culturas y
voces. Y suelen forjarse amistades duraderas y
entrañables.
6 — Resulta
que sos el prologuista de un libro que juzgo
extraordinario:
“Lo cierto”,
del argentino Diego Viniarsky, fallecido
trágicamente en 2006 a
los cuarenta años.
JAM —
Amor y admiración: ésas son las palabras que ya
usé para definir mi relación con Mario Trejo, y
muy adecuadas para referirme al vínculo con
Diego e incluso con Noemí, su gran compañera.
Diego era un
ser de excepción, un talento y una voluntad
descomunales encarcelados en un cuerpecito que
sufría un creciente deterioro por una enfermedad
paralizante. Lo conocí cuando me puse en
contacto con él tras leer un número de la
excelente revista “El
Perseguidor”, que él fundó y dirigía con la
ayuda —no siempre constante— de un pequeño grupo
de amigos y colaboradores. Como bien señalás,
“Lo cierto”
es un libro
fuori serie.
Y quedó inédita una novela suya que evocaba su
niñez y la pasión por el fútbol. Sus dos hijos,
una mujercita y un varón, son también
brillantes, y Noemí sigue siendo una de mis
amigas más cercanas.
Por cierto, al
hablar de Diego no puedo dejar de recordar y
homenajear a otro gran poeta y crítico, una de
las personalidades más agudas que he conocido,
Juan Antonio Vasco, que sufrió su misma y más
que injusta enfermedad.
7 — ¿Está ya
concluido, aunque sin editar, tu ensayo “Grandes
poetas olvidados”? ¿Quiénes son ellos?
JAM —
Nunca llegué a concluirlo, ni creo que me dé el
tiempo para hacerlo.
Algunos de esos nombres (largados así, sin
ningún orden): César Tiempo, Delmira Agustini,
Carlos Sabat Ercasty, Martín Adán, César Calvo,
Martín Oquendo de Amat, Porfirio Barba Jacob,
Eunice Odio, Humberto Díaz Casanueva, Rosamel
del Valle… En realidad, ¿no están olvidados la
mayor parte de los poetas que merecerían ser
frecuentados a diario?
8 — ¿Cómo
se gestó, se produjo tu
“Conversaciones con Elizabeth
Azcona Cranwell”
(1933-2004), ese
volumen que en 1998 fue editado a través del
sello Vinciguerra?
JAM
—
Ese trabajo, que me
permitió transitar la intimidad (a menudo
dolorosa) y la obra de una gran poeta y amiga,
ninguneada hasta por una trajinada antología que
pretendió dar cuenta en 2010 de los
“200 años de poesía
argentina”
(sic), surgió a pedido de la propia editorial. Y
se gestó a lo largo de muchas horas de
entrevistas y de charlas más distendidas, en su
departamento porteño del barrio Norte. Elizabeth
irradiaba un talento y encanto especiales, y era
un tesoro de anécdotas y de sentimientos muy
profundos en cuanto al tan particular reino, o
taller, de la creación poética.
9 — En el género
ensayo destacan dos títulos de tu autoría:
“Breve
historia del bolero”
(1980), y cinco lustros después
“El anticristo”
(2006).
JAM —
El ensayo sobre el
bolero, género que amo, nació por la impronta
del clima musical y sentimental del Caribe, que
me llegó con ímpetu durante mi
residencia en
Venezuela, donde conocí entre otros al gran
cantante puertorriqueño Daniel Santos y descubrí
a su eximio compatriota Héctor Lavoe (llamado
“El cantante” por antonomasia), al cubano Beni
Moré, al panameño Rubén Blades, a la
española-venezolana Soledad Bravo, a los
venezolanos Willie Colón y Oscar D’León. Incluso
entrevisté allí al famoso cantante argentino Leo
Marini, quien vivió también en Venezuela. Y al
director de la orquesta “La Sonora
Matancera”,
el que me abrió los ojos a una nueva visión de
estos ritmos al revelarme: “Chico, tú sólo
comprenderás de verdad toda esta cosa cuando
vivas a fondo el
sentimiento Caribe.”
Y tenía
mucha razón.
“El anticristo”
lo escribí, en difícil parto, por pedido de una
editorial española para públicos masivos: tenía
que ser muy bien documentado y al mismo tiempo
ameno. Creo, modestamente, que lo logré.
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10 — ¿Por qué o a instancias de qué motivaciones
escribís poesía? ¿Cuál es tu visión del quehacer
poético?
JAM —
En mas de una
ocasión, con éstas palabras u otras semejantes,
he dicho lo que es mi férrea convicción: el
poema, si merece tal nombre, es un cuerpo vivo,
un jadeo, una respiración, un dolor y un actuar
tanto físicos como subjetivos, que han de nacer
desde el adentro hacia el afuera: rara vez la
gracia poética tutele a un texto surgido
prioritariamente desde lo que Edgar Bayley llamó
el
“estado de alerta”,
o desde el mero tributo a la herencia literaria,
por rica que ésta fuera. Por lo demás, el poema
es lo que es, quiere
decir lo que dice,
alude pero no expresa nada preexistente a sí
mismo: es nuevo mundo que se agrega al mundo.
En mi caso
(pero dista de ser un patrimonio personal) pesan
fuertemente la obsesión por el Tiempo y sus
mutaciones. Uno vive instantes fugaces, y
proyectos más duraderos, deseos y sueños
intensos y poderosos. En igual medida me afectan
la injusticia, la hipocresía de una sociedad
que, con un refinamiento mayor o menor, y tantas
otras veces sin ningún ocultamiento, se asienta
en la humillación, la marginación y la muerte
—civil o física— de grandes mayorías condenadas
a un destino oscuro.
Y también me
motiva el ser-con-otros, el sentir que
se es otros,
aun con las gigantescas dificultades de
comprensión y la cuasi imposibilidad de
conocerse. La sensación de extrañeza ante uno
mismo y lo otro, de estar en este cuerpo y en
este mundo, de lo
raro
y aun mágico de que exista lo otro, es uno de
los detonantes de mi escritura. Pueden
impulsarla en lo inmediato, es claro, una
visión, un momento que se siente único y por
ello epifánico, una irrupción de algo que se
unirá convulsivamente con los yacimientos del
recuerdo, hasta un dato científico que me
sorprende y desubica y suscita nuevas relaciones
dentro de mí; cada cosa y cada maravilla del
afuera, uniéndose al sustrato interior y al
subconsciente. De otro modo: el misterio. Y el
deseo de ampliar y conocer mejor el mundo, al
renombrarlo. Lo que es otra forma de decir:
expandir la comprensión de uno mismo y del
resto, el conocimiento por otras vías, en
especial la emotiva (lo intelectual también ha
de estar encarnado en imágenes sensibles: tiene
que haber “carne en el asador”). Mención
especial para el lenguaje: a veces se olvida que
todo poema es lenguaje; otras veces se exagera
este rasgo, cayendo en una verdadera logorrea.
En suma, permítaseme una obviedad: no hay poema,
si no está
atravesado
desde sus entrañas por la poesía. Pero ¿será una
obviedad?
11 —
Críticos literarios
destacaron tu modo de valerte de
neologismos, arcaísmos y enclíticos, un uso de
los diminutivos, a veces hasta en los verbos,
sustantivación de adjetivos, verbalización de
sustantivos, toques barroquistas en tu poética.
JAM —
Así lo ha hecho notar
incluso en fecha reciente, en su prólogo para
una antología personal mía, la destacada poeta
argentina Marta Braier. Y tal vez sea así, al
menos en cuanto a gran parte de mi trabajo
poético. Quizás esos rasgos —naturales, como una
forma de respirar, nunca rebuscados— se hayan
diluido algo con el tiempo y con los poemas.
Quizás predominen más en unos libros que en
otros. Es que el llamado “estilo” no es sino el
resultado de lo que cada uno, al labrar el poema
con la máxima honestidad y necesidad, logre
hacer con sus limitaciones y anhelos personales,
en cada etapa de su vida física-subjetiva y de
acuerdo con sus deseos, potencialidades y
déficits. Cierta vez, en Caracas, pregunté al
enorme poeta chileno Humberto Díaz Casanueva, ya
fallecido, sobre su presunto “cambio de estilo”
en sus últimos libros:
“Usted antes escribía
poemas en forma de versículos casi elegíacos,
muy abarcadores y dilatados; en sus nuevos
poemas se lo ve más austero y tendiendo al verso
corto. ¿A qué se debe eso?”.
“Muy sencillo
—me respondió—:
ahora estoy mucho más
viejo, y me falta el aliento…”.
Una aparente
obviedad, pero toda una “lección de estilo”.
12 — Como
periodista realizaste un reportaje, por ejemplo,
a la cantautora peruana Chabuca Granda
(1920-1983). ¿Qué entrevistas por vos efectuadas
te resultaron más redondas, más logradas? ¿Y qué
te pasaba a vos, en tu fuero íntimo, con los
remisos?
JAM —
Sería muy difícil para mí escoger una de esas
entrevistas. Las hubo a grandes artistas, a
mandatarios y Jefes de
Estado, a dirigentes
sindicales, a científicos. Tal vez una en la que
hubo mayor empatía con la persona entrevistada,
haya sido el largo y emotivo diálogo con Alfredo
Zitarrosa, en Buenos Aires, para la revista
“Siete Días”. O el que tuve en un hotel
venezolano con Jorge Luis Borges, para la
sección cultural de la agencia de noticias ANSA.
No, no me tocaron remisos. También es cierto
—valga la aparente inmodestia— que hay que saber
entrevistar, hallar el
timing
y la forma para que el remiso vaya aflojándose.
Lástima grande: nunca se me dio tener que
entrevistar a Juan Rulfo, o a Augusto
Monterroso, cuya parquedad en el diálogo era
proverbial.
13 — Hace más
de tres lustros se dio a conocer el volumen que
concibieras con el artista plástico Juan López
Taetzel. ¿Cómo se generó esa asociación, cómo la
desarrollaron, qué resulto?
JAM —
La
estrecha amistad con ese pintor, que siempre
admiré, y
su interés y honda comprensión del quehacer
poético, me llevaron a pedirle ilustraciones
originales —en verdad, tintas muy libres— para
los poemas que irían al libro “Mientras
él duerme”. Aclaro:
no fueron, ni quisimos que fueran,
“ilustraciones de poemas”. Son tintas
bellísimas, fuertes y libérrimas, que conforman
a su modo otros discursos creativos
independientes. Por lo demás, esos poemas son,
creo, los que más espontánea y libremente
brotaron de mí. Fueron una catarsis en una época
personal difícil.
Ese
libro no tuvo buena difusión pero es uno de los
que prefiero.
14 —
A donde te lleven…: ¿Qué es la gloria literaria?
¿Cuál es el miedo químicamente puro? ¿Te gusta
escribir adentro de lo ya escrito?
JAM —
¿La
gloria? ¡Pero, ésa es una aspiración propia de
poetas imperiales en países imperiales! Entre
nosotros, es sustituida por la pequeña
aspiración al “poder” poético individual. Algo
muy diferente del sano y válido prestigio y/o
reconocimiento.
El miedo
químicamente puro puede ser: estar echado en la
cama mientras los que van a secuestrarte
derriban la puerta, o encontrarte aferrado a una
boya en pleno océano y en plena noche. O abrir
una ventana y ver el rostro de uno mismo,
muerto.
Escribir
adentro de lo ya escrito: creo que esto es,
meramente: escribir:
un palimpsesto acaso infinito, aunque por suerte
el texto alguna vez te abandona…
15 — ¿Qué
proceso medió desde que concebiste la idea para
la novela
“Gardel se fue a la
guerra” y
el momento en que decidiste escribirla?
JAM —
La novela —paródica,
ucrónica—, se fue desarrollando en diversos
momentos. Recordemos: la trama presenta a un
Gardel fracasado en sus pretensiones de Gran
Cantor Barrial y a un teniente coronel Perón no
menos frustrado, ambos urdiendo una disparatada
odisea redentorista desde el geriátrico que los
dos comparten, y recibiendo instrucciones nada
menos que de un representante de los últimos
Cátaros o Perfectos aún sobrevivientes en la
francesa Toulouse, ciudad natal del auténtico
Gardel. Paradójicamente, o no, escribí esta
parodia tragicómica mientras mi esposa luchaba
(luchábamos) contra su durísima enfermedad
terminal. Realmente, todo un caso de esforzado
desdoblamiento, como vía para sobrellevar
momentos atroces.
No hubo tanta preparación previa, aunque sí debí
leer mucho sobre los Cátaros, su filosofía, las
represiones por ellos sufridas, etcétera. Creo
recordar que la novela tuvo tres o cuatro
versiones, hasta su forma final. Un día me
atreví a llevársela al muy apreciado y generoso
Mario Grabivker, quien
dirigía el Departamento Editorial de las
Ediciones “Desde la Gente”. Pasado el tiempo, y
ya jubilado Grabivker, un día me hace llamar
Jorge Testero, en la actualidad al frente de
esas ediciones, quien con idéntica generosidad y
espléndida disposición me propone editar el
libro. Así
es que vio la luz.
16 — ¿Has
llegado a pagar “cualquier precio” con tal de
tener la primerísima edición de —pongamos— un
libro nunca re-editado en los últimos cien años?
JAM —
¡No! Disto mucho de
ser un bibliófilo o un coleccionista. Es claro
que amo los libros, y me cuesta desprenderme de
alguno (si bien he regalado, con placer, ciertos
libros para mí muy valiosos): pero no llego a
esos extremos. Tampoco podría pagar “cualquier
precio”…
17 — Ricardo
H. Herrera dice que
“cuando el que
traduce es un poeta, difícilmente sus elecciones
puedan estar desvinculadas de la imagen ideal de
la poesía que persigue”.
¿Acordás? ¿Qué entra en juego en vos al elegir
un poema para su traducción?
JAM —
De preferencia, un
autor admirado por mi. Por otra parte, mis
traducciones fueron siempre una actividad
aleatoria, surgieron al calor de diversas
circunstancias. No soy lo que puede llamarse un traductor.
18 — El varón,
¿es un arma de destrucción masiva?
JAM —
Caramba, prima facie
suscribiría eso. Pero habría que ceder la
palabra a los biólogos, genetistas, sociólogos y
filósofos. Suponiendo que ellos pudieran dar una
respuesta. Ciertamente, y al margen de algunas
damas de la historia bastante terribles
—Catalina de Rusia, la Thatcher, por ejemplo—,
estoy tentado de pensar que
un regreso al Matriarcado daría frutos muy
interesantes.
19 —
¿Poéticas que te entusiasmaron alguna vez y para
las que ya “no estás disponible”? ¿Poéticas que
te entusiasman y para las que con anterioridad
“no estabas disponible”?
JAM —
Para el primer caso,
podría decir: la poesía española (generalizando
demasiado, es claro: Gamoneda me atrae mucho).
Para el segundo, ciertos nombres rectores de la
poesía anglo-sajona. Y la oferta poética que
brota en América, con la obvia inclusión del
Brasil.
20 — Transcribo de la
novela
“El año de la muerte
de Ricardo Reis”
de José Saramago:
“Ricardo Reis hace un
ademán, tantea el aire ceniciento, después,
distinguiendo apenas las palabras que va
trazando en el papel, escribe, A los dioses pido
sólo que me concedan el no pedirles nada, y
habiendo escrito esto ya no supo qué más decir,
a veces es así, creemos en la importancia de lo
que dijimos o escribimos hasta cierto punto,
sólo porque no fue posible acallar los sonidos o
apagar los rasgos, pero nos entra por el cuerpo
la tentación de la mudez, la fascinación de la
inmovilidad, estar como están los dioses,
callados y quietos, sólo asistiendo.”
¿Tu reflexión?...
JAM —
Amén.
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Jorge Ariel
Madrazo con Gioconda Belli, 2015 |
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Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su
“Alma que has de vivir” para acompañar esta
entrevista:
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TRAJEADOS,
LOS AMIGOS
Anoche
visité amigos muertos:
descansan
(quién diría)
todo su
no-tiempo
en jardines
cuyos ramos cobijan poemas y
citrus de
ignota acidez.
Estaban
trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando:
—No hubiera jamás creído
Edgar,
Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni,
Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio,
Celia,
hallarlos
tan contentos
como si
fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos
sobre bares y dragones, y
amores
frutecidos en remotos hoteles y
parques con
nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos,
me despidieron con un fulgor
que no
olvidaré.
Se escondía
en sus miradas el color de una
verdad. Y
había en sus labios
una
revelación.
(A Edgar Bayley,
Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,
Gianni
Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia,
Enrique
Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia
Gourinski)
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ESPÍA DE SÍ
Aquella
lumbre por lienzos opacada,
de un
evanescente resplandor rubí
—por favor,
compréndanlo, les hablo
no de
alegre ventana, y sí de otra
enfrentada
a mi espionaje vergonzante,
donde ya
mismo tal vez algún enfermo
sin un
átomo de fuerzas, ejecute
la agonía
que ni alcanzó a ensayar—
en esa roja
luminaria o dormitorio
tan irreal
como el apenumbrado
declinar de
alguna turbia frente
¿no seré yo
acaso el desolado huésped
que allí
muere y la agüita se escapa de sus
ojos en
tanto aquí, no lejos, con lógico estupor,
desde mi
balcón yo lo espío y me espío
y me aferro
a mi silla con pálidos nudillos
y me siento
tan sano en esta blanca noche?
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CÓMO HAVELOCK ELLIS CONOCIÓ EL AMOR
Al gran
sexólogo que, según propia confesión,
aprendió
a amar en su alta edad.
Sólo un
niño de Surrey, acunado en el oscuro pánico
de la reina
Victoria, robando huracanes
en la proa
del velero Empress.
Ése era el Havelock
de celestes lagunas,
es decir:
ojos iguanas que alumbraban sus
bífidas
lenguas, sus ominosas
poluciones nocturnas,
tan
nocturnas como el sol del puerto
delirado
por el velero de su padre y por
raros
fantasmas
sudamericanos.
Pero cuando
Havelock adolesció y se adultó
sin jamás jamás
adulterar
la lluvia de sus ojos,
danzó
platónicos amoríos llamados
agnes
olive
may
Mirábanse
bellos y desnudos, como aves
incapaces
de volar.
Y así
Havelock se casó sin casi saber del sexo
más que el
niñito del velero Empress
y conoció a
Hilda Doolittle quien era
un gran
pájaro blanco al borde
de un
acantilado.
Y cuando
Havelock fue ya un viejo y
lo amaban todas las
mujeres del mundo
Françoise
Delisle le reveló un mundo jadeante
entre sus
piernas.
Y Havelock
Ellis escribió los más bellos tratados sobre el
amor
con el estremecido
júbilo sombrío del
hombre que,
a punto de morir,
desde su
ventana descubre, llorando,
la
última estrella del universo.
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L’AUTRE
Quien lo
observara galantear, y quien
el merengue
danzar (bien recto el torso,
a su fémina
ornando dulce alcurnia),
quien por
forniques lo juzgara un sátiro
—algo
venido a menos, reconócelo—
o lo
acompañe en tragos verdiazules
donde
amistad escarcha sus blasones
no diría
—ese quien— que él está pronto
a
declararse sátiro en derrota,
mal
abrigado en fingidor pellejo,
deshaciéndose en gajos a ojos vista
alistado
a morir por vez primera.
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ASÍ TU
PERRO CORAZÓN
Igual
que trote sin
potro, que huerto sin tierra, así tu
perro
corazón desbocado acorazona
su
endemientras (palabra ésta
brava,
palabra gaucha,
lenta)
así tu alma nunca al
servicio de causa propia, siempre
causa ajena, así tu
ser
anhelando ser
y nadiecito, ¿ves?
se dará cuenta.
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LO
INVISIBLE
El espacio entre vos
y
yo está
preñado de diminutos
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás
quiera
existir
seres que
intentan desunirme
de
vos
y
se burlan y
seguirán burlándose
nos hacen cuernitos
en vano pretenden
calumniarte
detallarme
crímenes seriales
triángulos varios y
otras minucias
perpetradas
(mi inexistente y única
mi amorada sin mácula)
por vos.
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AMORES
Como de acero o turbadora seda
o imaginario jardín oriental,
así es nuestro amor. Son testigos
el Sur, la noche cóncava, aquel bar
de vino y de miradas
que desvisten,
tu alma abierta a la interrogación.
¿Qué hizo posible, inquieres, este amor
al que Tiempo no mella? Te respondo:
vos y yo amamos, en
ambos, además,
a los diversos que abrazan nuestro abrazo.
Ellas y ellos, los amados muy antes,
son los garantes de esta caricia eterna,
de este amor que créase a sí mismo,
nutrido, noche a noche, de sus varios.
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Entrevista realizada a través del correo
electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Jorge Ariel Madrazo y Rolando
Revagliatti, diciembre 2015.
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http://www.revagliatti.com.ar/051200_picnic.html
http://www.revagliatti.com.ar/990909.html
http://www.revagliatti.com.ar/cicloliv12.html
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