Le
dernier clochard sur la terre
Para Ignacio Augusto, o meu filho maior
Escogió la
esquina del Boulevard Palissy
Palissy Bernard,
ceramista inventor de esmaltes únicos,
protagonista de búsquedas y hallazgos
en áreas
muy diversas,
genie
universel de la Renaissance.
Escogió esa
esquina el clochard
entre las
más transitadas
para
aparecer en imagen diurna,
o lo
escogió el recodo:
adorno,
atractivo, invitación a la mirada.
Si la
raison existe, je l'ignore.
Exhibe,
vanidoso,
exuberantes
cabellos y una barba
larga,
larga, muy poblada,
armónica y
atendida con esmero.
Sombrero
oscuro congruente
con la
cabeza copiada del gran hombre
qui au
Boulevard donne son nom.
De aspecto
pulcro y modales finos,
desconfía
de la información
que los
sentidos le entregan;
piensa
intuye
imagina,
concibe y trasmite,
a quien
quiere oírle,
ideas y
opiniones ajustadas, sugerentes,
suggestives.
Su perro
compañero, posa
para la
foto instantánea
en plan
esfinge de Guiza,
contento,
candoroso,
sociable;
pelo
cepillado
y placidez
de can a quien
la noblesse
oblige.
No pide
nada la mueca pícara
del
experimentado clochard ya avanzado
en la vida.
De pie, o sedente
sobre un
cojín mullido
que ablanda
el suelo de la acera impropia,
sonríe al
hablar con cierta parsimonia
préméditée,
calculée, consentie.
Conversador
generoso,
cordial,
fue
ilustrado con los conocimientos
de quien ha
leído, por placer,
los libros,
muchos, puestos a su alcance;
dando
contenido y forma personales
à sa
reconnue philosophie vitale.
Un platillo
de acero inoxidable
evita que
las monedas,
recibidas
sin aparente motivo,
esparzan
sobre las baldosas romboidales
su
zigzagueante recorrido, su leve tintineo,
dix fois
dix.
Llega de
buena mañana al puesto de trabajo:
estar, ser,
oír, decir, ver y ser visto.
A medio día
toma un bocado paseando
la cojera
producida al practicar alpinismo,
mientras el
can corre y juguetea
sin perder
de vista el faro que vigila sus cabriolas,
yeux de
regard intense.
En el lugar
de acomodo pasan tiempo y tiempo,
tanto,
que
aparecen en las vistas de Google
en medio de
las casas, como las farolas,
cerca de la
calzada, los bancos, los coches, los carteles…,
del
Boulevard Palissy
en la
ciudad de Villeneuve sur Lot, Aquitaine, France,
hémisphère
Nord de la planète Terre.
Es el
último día de mi estancia en la villa,
temporada de retiro destinada a concluir
un poemario
de encargo.
No me
atrevo, pero
pienso
contárselo, recitándole los poemas iniciales.
Doy por
seguro su deseo de escucharme
y de
hablarme luego de sí mismo,
à demi confiant et méfiant.
Hijo de un
expatriado español republicano, unido
a una mujer
francesa
afiliada a
la francmasonería,
nació, por
puro albur, en esta parte interior del mundo,
considerándose fronterizo en los territorios
todos
que sa complexe simplicité déploie.
Pasó en
prisión los años jóvenes,
acusado de
un robo que, su patrón, ladrón verdadero,
confesó al
descubrirse una fechoría mayor;
mais les portes fermées n'ont pas été ouvertes
Se
encuentra su morada humilde
en la
ribera agradable a los sentidos:
enramada
muy tupida,
frescura o
remanso según las estaciones.
Buhardilla
con vistas al cambiante cielo,
y puerta
constantemente abierta,
que han ido
amueblando los amigos,
aquellos
con los que conversa
sur
l'humain et le divin.
Su
autonomía le permite
ahorrar
buena parte de las monedas del platillo,
colecta
indirecta e invariable
tan
constante como el caudal del río,
si fluide.
Revela por
ligazón simple
de las
consecuencias y las causas
la
existencia de una mujer amada, allá,
donde acaba
el Arcoiris.
Un amor
intenso intuyo,
piedra
angular de los años idos,
una mujer,
cautivada por la belleza
de todo lo
existente,
que cuida,
como niños, tres gatos de Angora,
y recibe
cada mes una remesa anónima
que le
permite, sin rentas, vivir como una reina;
como la
reina que el Clochard de Palissy
quiso que fuera
avec toute sa volonté et toutes ses forces.
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