La familia vive en el Darien y próximo al río Andágueda, donde el mejor momento era cuando “escuchaban el rumor de un bote cargado de alimentos y toda clase de productos; entonces, interrumpían de repente los juegos y todos salían corriendo como locos hasta el puerto y así ganas lo suficiente para comprar un helado y una masa de harina dulce de color café a la que aún se le llama cuca. Después de desocupar las canoas y obtener la consabida paga regresaban a jugar, para luego, tirarse al Andágueda donde nadaban de una orilla a otra entre los peces como si fuera de ellos…”

La amargura familiar golpeaba duramente a ÉL, que fue el último hijo varón porque su madre no tuvo la anhelada hija. Pronto vivieron la pérdida del padre y EL se trasladó a Citará, donde entró al servicio del Jerarca, líder religioso que lo acogió y lo convirtió en su mano derecha, reconoció sus dotes  para apropiarse de todo conocimiento, de ciencia, religión, política y para el futbol. Lo apoyó llevándolo a la cima, realizando los sueños de superación y de mejora de la calidad de vida se quedan en eso: en sueños, los niños pasan el tiempo con la pelota, en la playa, uno de sus sueños es el de ser un gran futbolista, entrar a las grandes ligas, ser famoso y aparecer en las portadas de revistas especializadas del mundo y, por supuesto, ganar mucho dinero, el suficiente para salir de la pobreza. El fútbol es el deporte que más apasiona a multitudes, especialmente en países en que se lo práctica intensamente y que intervienen en copas intercontinentales y mundiales. En Él será la entrada al dominio político y muerto el Jerarca, Él asumió el control mundial y refleja el manejo ignominioso del abuso del poder. Él como el omnipotente estará en todo el planeta en todos los conflictos, en todos los asuntos y solo Él decidirá sobre todo. Es una parábola sobre dos temas de actualidad que en la escritura de Hedrix Gutiérrez demuestra su sensibilidad social y al que le auguro buen viento y buena mar.