|  | Voy a referirme al oficio de escritora en Colombia, 
		vinculado  primordialmente a 
		la poesía realizada a partir de los años ochenta del siglo pasado. 
		Hay que decir que las poetas han tenido una precaria presencia en 
		la memoria poética Colombiana, las dificultades han sido de diversa 
		índole, entre otras,  podemos 
		mencionar;  “la vida 
		cotidiana de la mujer en general aquella que escribe, también trabaja 
		y tiene hogar”, paulatinamente ella establece sus prioridades, y 
		la escritura ha sido relegada para cuando haya más tiempo; la triple 
		jornada se vuelve una limitante para persistir en el oficio; 
		también confirmar la realidad que en los encuentros, recitales, 
		festivales,  las poetas son 
		minoría, en un festival de poesía, el porcentaje es mínimo comparado con 
		los hombres;  con frecuencia 
		se les silencia, se les aísla, una escritora para que sea tenida en 
		cuenta tiene que tener un cierto poder económico o familiar (como lo fue 
		históricamente) o formar parte de las diversas filias poéticas, vivir a 
		la sombra de escritores con algún poder cultural, hacer parte de esta 
		red trae sus beneficios pues se les publica y generalmente se les tiene 
		en cuenta.  Igual sucede con las múltiples dificultades para 
		publicar un libro, las editoriales nacionales cierran la puerta a la 
		poesía, pues ésta no se vende. Aquellas publicadas que son un porcentaje 
		absolutamente ínfimo, a veces deben coeditar su libro; o tener la suerte 
		de ser reconocidas con algún premio literario. 
		Las poetas generalmente publican su primer libro de su propia 
		economía. Sin duda todo esto son tropiezos que con frecuencia mella la 
		vocación de escritora.  
		 Para dedicarse seriamente a la escritura, hay que 
		tener tiempo, y de este ha carecido la mujer con inquietudes literarias. 
		Otra de las situaciones que frustran la vida literaria de escritora, es 
		que con demasiada frecuencia, la escritura de 
		mujer no es valorada, hay una cierta mofa, indiferencia, se le 
		ridiculiza, se le arrincona, casi por el hecho de ser mujer no se lee, 
		pues se parte de ideas preconcebidas, de que lo que escribe se refiere 
		generalmente a poemas de amor de mal gusto. A una lectura o un festival 
		organizado mayoritariamente por hombres, estos invitan a escritoras más 
		que por su capacidad literaria, aquellas preferiblemente jóvenes y 
		bonitas, - sin duda esto no es regla pero si frecuente -. 
		Otro impase ha sido las dificultades económicas, la pobreza ha 
		impedido que muchas mujeres con talento malogren su formación. Las 
		mismas mujeres cuando tienen un mínimo poder, se han encargado, en 
		algunas ocasiones, de silenciar, de hacer caso omiso de nombres de 
		poetas que trabajan con seriedad. Hay demasiada mezquindad, ligereza, 
		egoísmo, arribismo entre mujeres, -claro también entre hombres- vivimos 
		en una sociedad caníbal y bárbara 
		- y los poetas no son excepción- . Igual el mundo intelectual y 
		literario ha sido manejado por los hombres y ellos han sido poco 
		generosos con la escritura de mujer. Es posible que en los últimos 10 
		años la situación sea menos adversa.  Las mujeres han atravesado múltiples inconvenientes 
		tanto internos como externos, 
		pese a ello la escritura de mujer ha ido en aumento desde la 
		década de los años ochenta del siglo pasado, ya no son exclusivamente 
		las hijas de poetas o de las más prestantes familias, las que tienen 
		acceso a una carrera literaria.  Las 
		facultades de literatura, las casas de poesía, 
		los talleres de escritura y de poesía, las ferias del libro, los 
		premios literarios, las editoriales universitarias dedicadas a la 
		poesía; los múltiples recitales de poesía, en teatros, universidades, 
		plazas, cafés, colegios, etc., los festivales de poesía en distintas 
		ciudades del país; los talleres de derechos humanos y de equidad de 
		género; las luchas de las feministas por una sociedad más equitativa, 
		justa y democrática; han contribuido en este creciente aumento. 
		Hay encuentros exclusivamente de poetas 
		- Cerete y Roldanillo- año tras año reúnen más de 30 y 100 
		mujeres alrededor de la palabra.   Hay que 
		señalar que un porcentaje alto de mujeres que escriben, no asumen el 
		oficio con responsabilidad, hay simulación, impostura, poco se estudia, 
		se lee, se investiga, hay ligereza en lo que se escribe,
		poca autocritica. Sin embargo considero que de esta “profusión de 
		voces” lentamente se irán decantando y brillaran con el tiempo y en el 
		futuro las más representativas e interesantes. Vale la pena señalar que 
		muchas de las escritoras nacidas en otras regiones del país, llevan 
		muchos años viviendo en Bogotá y su formación e inicio poético se ha 
		dado en esta ciudad. La escritura de mujer ha estado atravesada por una 
		gran soledad, no hay crítica, hay muy poca reflexión sobre el trabajo de 
		las mujeres poetas, generalmente muchas han girado alrededor de los 
		amigos poetas, ha habido dependencia, con la circunstancia de que no hay 
		una verdadera objetividad y análisis del trabajo poético de las 
		escritoras.  Extrañamente el tema de la violencia que ha sido 
		padecida en nuestro país por más de cincuenta años, no ha sido un tema 
		central en la escritura de mujer, se ha tratado aunque no de manera 
		continua o reiterada los temas preferidos continúan siendo el amor en 
		todas sus vertientes, la soledad, la naturaleza, el miedo, la ciudad. 
		 Hay un cierto temor a abordar el tema social y 
		político pues generalmente se ha estigmatizado ya que es muy 
		difícil escribir un buen poema sobre la violencia o sobre la inequidad y 
		la injusticia social. Algunas cuantas voces se atreven a ello y con 
		frecuencia el resultado no es afortunado.  Personalmente estimo que la mejor poesía no está 
		sólo hecha de palabras hermosas, pero que no dicen nada, considero que 
		ella es una reunión de palabra, pensamiento y un cierto ritmo y 
		musicalidad. Encuentro muy pocas voces que se ajusten a esta “unidad”, 
		sin embargo, en algunos encuentros poéticos que he participado, la 
		muestra poética de las jóvenes resultó brillante. Estás jóvenes que 
		inician su carrera literaria en distintas ciudades de nuestro país son 
		una promesa.  Hoy podemos decir que contamos en Colombia con un 
		número aceptable de mujeres que tienen ya un trabajo poético, 
		seguramente desconocido para el gran público, pero en plena marcha. 
		 Voy a referirme al oficio de escritora en Colombia, 
		vinculado  primordialmente a 
		la poesía realizada a partir de los años ochenta del siglo pasado. 
		Hay que decir que las poetas han tenido una precaria presencia en 
		la memoria poética Colombiana, las dificultades han sido de diversa 
		índole, entre otras,  podemos 
		mencionar;  “la vida 
		cotidiana de la mujer en general aquella que escribe, también trabaja 
		y tiene hogar”, paulatinamente ella establece sus prioridades, y 
		la escritura ha sido relegada para cuando haya más tiempo; la triple 
		jornada se vuelve una limitante para persistir en el oficio; 
		también confirmar la realidad que en los encuentros, recitales, 
		festivales,  las poetas son 
		minoría, en un festival de poesía, el porcentaje es mínimo comparado con 
		los hombres;  con frecuencia 
		se les silencia, se les aísla, una escritora para que sea tenida en 
		cuenta tiene que tener un cierto poder económico o familiar (como lo fue 
		históricamente) o formar parte de las diversas filias poéticas, vivir a 
		la sombra de escritores con algún poder cultural, hacer parte de esta 
		red trae sus beneficios pues se les publica y generalmente se les tiene 
		en cuenta.  Igual sucede con las múltiples dificultades para 
		publicar un libro, las editoriales nacionales cierran la puerta a la 
		poesía, pues ésta no se vende. Aquellas publicadas que son un porcentaje 
		absolutamente ínfimo, a veces deben coeditar su libro; o tener la suerte 
		de ser reconocidas con algún premio literario. 
		Las poetas generalmente publican su primer libro de su propia 
		economía. Sin duda todo esto son tropiezos que con frecuencia mella la 
		vocación de escritora.  
		 Para dedicarse seriamente a la escritura, hay que 
		tener tiempo, y de este ha carecido la mujer con inquietudes literarias. 
		Otra de las situaciones que frustran la vida literaria de escritora, es 
		que con demasiada frecuencia, la escritura de 
		mujer no es valorada, hay una cierta mofa, indiferencia, se le 
		ridiculiza, se le arrincona, casi por el hecho de ser mujer no se lee, 
		pues se parte de ideas preconcebidas, de que lo que escribe se refiere 
		generalmente a poemas de amor de mal gusto. A una lectura o un festival 
		organizado mayoritariamente por hombres, estos invitan a escritoras más 
		que por su capacidad literaria, aquellas preferiblemente jóvenes y 
		bonitas, - sin duda esto no es regla pero si frecuente -. 
		Otro impase ha sido las dificultades económicas, la pobreza ha 
		impedido que muchas mujeres con talento malogren su formación. Las 
		mismas mujeres cuando tienen un mínimo poder, se han encargado, en 
		algunas ocasiones, de silenciar, de hacer caso omiso de nombres de 
		poetas que trabajan con seriedad. Hay demasiada mezquindad, ligereza, 
		egoísmo, arribismo entre mujeres, -claro también entre hombres- vivimos 
		en una sociedad caníbal y bárbara 
		- y los poetas no son excepción- . Igual el mundo intelectual y 
		literario ha sido manejado por los hombres y ellos han sido poco 
		generosos con la escritura de mujer. Es posible que en los últimos 10 
		años la situación sea menos adversa.  Las mujeres han atravesado múltiples inconvenientes 
		tanto internos como externos, 
		pese a ello la escritura de mujer ha ido en aumento desde la 
		década de los años ochenta del siglo pasado, ya no son exclusivamente 
		las hijas de poetas o de las más prestantes familias, las que tienen 
		acceso a una carrera literaria.  Las 
		facultades de literatura, las casas de poesía, 
		los talleres de escritura y de poesía, las ferias del libro, los 
		premios literarios, las editoriales universitarias dedicadas a la 
		poesía; los múltiples recitales de poesía, en teatros, universidades, 
		plazas, cafés, colegios, etc., los festivales de poesía en distintas 
		ciudades del país; los talleres de derechos humanos y de equidad de 
		género; las luchas de las feministas por una sociedad más equitativa, 
		justa y democrática; han contribuido en este creciente aumento. 
		Hay encuentros exclusivamente de poetas
		- Cerete y Roldanillo- año tras año reúnen más de 30 y 100 
		mujeres alrededor de la palabra.   Hay que 
		señalar que un porcentaje alto de mujeres que escriben, no asumen el 
		oficio con responsabilidad, hay simulación, impostura, poco se estudia, 
		se lee, se investiga, hay ligereza en lo que se escribe, 
		poca autocritica. Sin embargo considero que de esta “profusión de 
		voces” lentamente se irán decantando y brillaran con el tiempo y en el 
		futuro las más representativas e interesantes. Vale la pena señalar que 
		muchas de las escritoras nacidas en otras regiones del país, llevan 
		muchos años viviendo en Bogotá y su formación e inicio poético se ha 
		dado en esta ciudad. La escritura de mujer ha estado atravesada por una 
		gran soledad, no hay crítica, hay muy poca reflexión sobre el trabajo de 
		las mujeres poetas, generalmente muchas han girado alrededor de los 
		amigos poetas, ha habido dependencia, con la circunstancia de que no hay 
		una verdadera objetividad y análisis del trabajo poético de las 
		escritoras.  Extrañamente el tema de la violencia que ha sido 
		padecida en nuestro país por más de cincuenta años, no ha sido un tema 
		central en la escritura de mujer, se ha tratado aunque no de manera 
		continua o reiterada los temas preferidos continúan siendo el amor en 
		todas sus vertientes, la soledad, la naturaleza, el miedo, la ciudad. 
		 Hay un cierto temor a abordar el tema social y 
		político pues generalmente se ha estigmatizado ya que es muy 
		difícil escribir un buen poema sobre la violencia o sobre la inequidad y 
		la injusticia social. Algunas cuantas voces se atreven a ello y con 
		frecuencia el resultado no es afortunado.  Personalmente estimo que la mejor poesía no está 
		sólo hecha de palabras hermosas, pero que no dicen nada, considero que 
		ella es una reunión de palabra, pensamiento y un cierto ritmo y 
		musicalidad. Encuentro muy pocas voces que se ajusten a esta “unidad”, 
		sin embargo, en algunos encuentros poéticos que he participado, la 
		muestra poética de las jóvenes resultó brillante. Estás jóvenes que 
		inician su carrera literaria en distintas ciudades de nuestro país son 
		una promesa.  Hoy podemos decir que contamos en Colombia con un 
		número aceptable de mujeres que tienen ya un trabajo poético, 
		seguramente desconocido para el gran público, pero en plena marcha. 
		 En su escritura poética la mujer ha tocado con su 
		capacidad verbal la realidad que la circunda, ha intentado develar los 
		más cotidianos sucesos. Ha  
		receptado lo que ocurre en su entorno, pero también en su mundo 
		interior. En una polifonía de voces a lo largo del país han expresado 
		sus hallazgos, sensaciones, intuiciones, ritmos y atmósferas vividos en 
		una forma interior y por diversos caminos 
		han llegado al poema.            
		Eugenia Sánchez Nieto          
		Poeta, Filosofa Unal            
		Publicado - Bogotá 2010 
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