Oigo el relincho de este cálido soplo
que viene del Sur y en el Olimpo de los dioses
el disperso Eolo llamó Noto.
Eres tú,
inicial
preliminar,
quien llega diáfana y rosada,
niña estremeciendo
la inexperiencia humana,
alazán el viento,
cabalgando rauda.
Ya estás ahí:
en tu día recién amanecido,
primavera de las ansias
con la esperanza sin límites,
empujando la puerta
que desde el jardín abre la casa.
Tu destino es ser
herramienta esencial
de la naturaleza:
fuente, arroyo, río de la vida;
hilo firme
en la costura de la espera.
Entre confiada y tímida,
sonríes al espejo del pasillo y el espejo
te sonríe adolescente
doncella de sonrisa límpida
de mirada trasparente
cristalina.
Me hablan los ojos reflejados
preguntando
si me atraen:
la frente altiva de tu rostro núbil,
la boca fresca,
el néctar de la lengua y esos labios
traviesos
sabrosos
frutales
entregados.
Sí, respondo:
me atraen tanto
tanto
como las estrellas que en el cielo centellean,
como la calistenia de las inquietas mariposas,
como el discontinuo rumor
de las incansables olas;
y mi mente busca mil razones
para sosegar el corazón bruscamente sacudido,
que intenta salir por la garganta angosta.
Ríes y el espejo ríe,
ríen tus ojos
a mis ojos la luz del Sol radiante;
me deslumbran,
los cierro y al instante
vuelvo a abrirlos
temeroso de no hallarte.
El espejo ríe aún
con tu risa, cuando abres
la puerta entornada del jardín,
despliegas tus alas de mujer madura
subes a los etéreos lomos de ese viento cálido
soplas en la mano extendida
un beso abierto
húmedo,
profundo
largo;
y te vas.
A eterna
fugacidade feminina
(Tradução feita pelo autor)
Ouço o relincho
desse cálido sopro
que vem do Sul e
no Olimpo dos deuses
o disperso Eolo
chamou Noto.
És tu,
inicial
preliminar,
quem chega
diáfana e rosada,
menina
estremecendo
a inexperiência
humana,
alazão o vento,
cavalgando
rápida.
Já estás aí:
em teu dia recém
amanhecido,
primavera das
ânsias
com a esperança
sem limites,
empurrando a
porta
que desde o
jardim abre a casa.
Teu destino é ser
ferramenta
essencial
da natureza:
fonte, arroio,
rio da vida;
fio firme
na costura da
espera.
Entre confiada e
tímida,
sorris ao espelho
do corredor e o espelho
sorri-te
adolescente
donzela de
sorriso límpido
de olhar
transparente
cristalino.
Falam-me os olhos
refletidos
perguntando
se atraem-me:
a frente altiva
de teu rosto núbil
a boca fresca,
o néctar da
língua e esses lábios
travessos
saborosos
suculentos
entregados.
Sim, respondo:
atraem-me tanto
tanto
como as estrelas
que no céu cintilam,
como a calistenia
das inquietas borboletas,
como o
descontínuo rumor
das ondas que
morrem na praia;
e minha mente
procura mil razões
para sossegar o
coração bruscamente sacudido,
que tenta sair
pela garganta angusta.
Ris e o espelho
ri,
riem teus olhos
a meus olhos a
luz do Sol radiante;
deslumbram me,
fecho-os e ao
instante
volto a abri-los
temeroso de não
te vir mais.
O espelho ri
ainda
com teu riso,
quando abres
a porta encostada
do jardim,
despregas tuas
asas de mulher madura
sobes aos etéreos
lombos desse vento cálido
sopras na mão
estendida
um beijo aberto
úmido,
profundo
longo;
e te vais.
PSdeJ
|