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		 AMOUR FOU 
		Los reyes 
		se enamoran de sus hijas más jóvenes. 
		Lo deciden un día, mientras los cortesanos 
		discuten sobre el rito de alguna ceremonia 
		que se olvidó y que debe regresar del olvido. 
		Los reyes se enamoran de sus hijas, las aman 
		con látigos de hielo, posesivos, feroces, 
		obscenos y terribles, agonizantes, locos. 
		Para que nadie pueda desposarlas, plantean 
		enigmas insolubles a cuantos pretendientes 
		aspiran a la mano de las princesas. Nunca 
		se vieron tantos príncipes degollados en vano. 
		Los reyes 
		se aniquilan con sus hijas más jóvenes, 
		se rompen, se destrozan cada noche en la cama. 
		De día, ellas se alejan en las naves del sueño 
		y ellos dictan las leyes, solemnes y sombríos.  
		
		  
		
		LA HERIDA  
		Nada, ni el sordo horror, ni 
		la ruidosa  
		verdad, ni el rostro amargo de la duda,  
		ni este incendio en la selva de mi cuerpo  
		que amenaza con no extinguirse nunca,  
		ni la terrible imagen que golpea  
		mis ojos y tortura mi cerebro,  
		ni el juego cruel, ni el fuego que destruye  
		esa otra imagen de armonía y fuerza,  
		ni tus palabras, ni tus movimientos,  
		ni ese lado salvaje de tu calle,  
		impedirán que encienda en tu costado  
		la luz que da la vida y da la muerte:  
		tarde o temprano sangrará tu herida,  
		y no será momento de hacer frases.  
		
		  
		
		NOCTURNO 
		Apagaste las 
		luces y encendiste la noche. 
		Cerraste las ventanas y abriste tu vestido. 
		Olía a flor mojada. Desde un país sin límites 
		me miraban tus ojos en la sombra infinita. 
		 
		¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro 
		y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados? 
		¿Que invisible temblor de cristales de fuego 
		agitaba la seda lunar de tus pupilas? 
		 
		Recamaste la almohada con hilos de azabache. 
		Tejiste sobre el sueño un velo de blancura. 
		Eras la rosa pálida tiñéndose de rojo, 
		la rosa del veneno que devuelve la vida. 
		 
		La blusa, el abanico, una pluma violeta, 
		el broche con la perla y el diamante en el pecho. 
		Todo abierto y en paz, transparente y oscuro, 
		sin dolor, navegando rumbo a tus manos frías.  
		
		  
		
		SOBRE UN TEMA DE J.M.M.  
		No quiero ser feliz. Estoy 
		enfermo 
		de haberlo sido tanto. Me 
		fastidia 
		que la gente me quiera y que los 
		dioses 
		me protejan. Renuncio a ser el 
		centro 
		de las fiestas y a todos los 
		poderes 
		que el dinero y la sangre 
		proporcionan. 
		No quiero verte al lado, en la 
		cabina 
		de mi coche, dorada y sonriente, 
		previendo mis deseos más 
		ocultos. 
		No me divierte ya que mis amigos 
		celebren la blancura de tus 
		manos. 
		Detesto las victorias, y los 
		viajes 
		al más allá, y la daga del 
		ingenio, 
		y el amor, y el jardín de la 
		alegría. 
		Quiero la opacidad y la tristeza 
		que da el dolor, y la 
		desesperanza. 
		Me está matando tanta dicha 
		junta.  
		
		
		 
		
		
		 
		
		
		 
		LA MENTIROSA 
		Tienes hora para ir al 
		ginecólogo, 
		te duele la cabeza, te ha 
		sentado 
		algo mal o preparas un examen, 
		es el santo de Marta, los 
		gemelos 
		se aburren sin salir o Macarena 
		te ha invitado a bañarte en su 
		piscina... 
		¡Qué mal mientes, amor! Si no te 
		gusto, 
		dímelo. Pensaré en un buen 
		suicidio. 
		Pero si quieres verme, y tus 
		excusas 
		no son más que un vulgar 
		afrodisíaco 
		para que se mantenga mi deseo, 
		invéntate otros juegos, vida 
		mía, 
		que el premio del engaño es el 
		olvido.   
		
		  
		
		CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA 
		 
		Cuando vivías en la Castellana 
		usabas un perfume tan amargo 
		que mis manos sufrían al rozarte 
		y se me ahogaban de melancolía. 
		Si íbamos a cenar, o si las gordas 
		daban alguna fiesta, tu perfume 
		lo echaba a perder todo. No sé dónde 
		compraste aquel extracto de tragedia, 
		aquel ácido aroma de martirio. 
		Lo que sé es que lo huelo todavía 
		cuando paseo por la Castellana 
		muerto de amor, junto al antiguo hipódromo, 
		y me sigue matando su veneno. 
		  
		
		  
		
		SONETO DEL AMOR OSCURO  
		La 
		otra noche, después de la movida,  
		en la mesa de siempre 
		me encontraste  
		y, sin mediar palabra, me quitaste  
		no sé si la cartera o si la vida.  
		  
		Recuerdo la emoción de tu 
		venida  
		y, luego, nada más. ¡Dulce contraste,  
		recordar el amor que me dejaste  
		y olvidar el tamaño de la herida!  
		  
		Muerto o vivo, si quieres más 
		dinero,  
		date una vuelta por la lencería  
		y salpica tu piel de seda oscura.  
		  
		Que voy a regalarte el mundo 
		entero  
		si me asaltas de negro, vida mía,  
		y me invaden tu noche y tu locura.  
		
		 
		
		  
		
		MAL DE AUSENCIA  
		Desde que 
		tú te fuiste, no sabes qué despacio 
		pasa el tiempo en Madrid. He visto una película 
		que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes 
		qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana. 
		 
		Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo, 
		que pudre el corazón tanta melancolía, 
		que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil, 
		que parezco un ejemplo de subliteratura. 
		 
		Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta, 
		los hilos del teléfono, la calle en la que vivo. 
		Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas 
		a saquear mi alma contaminada y triste. 
		 
		Y, para colmo, sigo soñando con gigantes 
		y contigo, desnuda, besándoles las manos. 
		Con dioses a caballo que destruyen Europa 
		y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.  
		  
		LA 
		MALCASADA 
		Me dices 
		que Juan Luis no te comprende, 
		que sólo piensa en sus computadoras 
		y que no te hace caso por las noches. 
		Me dices que tus hijos no te sirven, 
		que sólo dan problemas, que se aburren 
		de todo y que estás harta de aguantarlos. 
		Me dices que tus padres están viejos, 
		que se han vuelto tacaños y egoístas 
		y ya no eres su reina como antes. 
		Me dices que has cumplido los cuarenta 
		y que no es fácil empezar de nuevo, 
		que los únicos hombres con que tratas 
		son colegas de Juan en IBM 
		y no te gustan los ejecutivos. 
		Y yo, qué es lo que pinto en esta historia? 
		Qué quieres que haga yo? Que mate a alguien? 
		Que de un golpe de estado libertario? 
		Te quise como un loco. No lo niego. 
		Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo 
		era una reluciente madrugada 
		que no quisiste compartir conmigo. 
		La nostalgia es un burdo pasatiempo. 
		Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio, 
		píntate más, alisa tus arrugas 
		y ponte ropa sexy, no seas tonta, 
		que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte, 
		y tus hijos se van a un campamento, 
		y tus padres se mueren.
		  
		  
		MI 
		MONSTRUO FAVORITO 
		Qué va a 
		pasar cuando mi novia sepa 
		que no puedo vivir sin tus pseudópodos, 
		sin tu horrible humedad en mi bolsillo. 
		Qué va a pasar cuando descubra un día 
		las huellas de tu baba entre mis dedos, 
		y empiece a hacer preguntas, y la rabia 
		y los celos se agolpen en sus ojos, 
		y yo confiese al fin que la he engañado contigo, 
		y que no puede comparársete, 
		y te enseñe orgulloso el agua sucia 
		donde se reproducen nuestros hijos. 
		Qué va a pasar cuando no entienda nada 
		y nos denuncie a Sanidad.  
		
		  
		
		LA VENUS DE WILLENDORF 
		Entre las chicas 
		norteamericanas  
		que estudian español en la academia  
		de enfrente de tu casa, hay una gorda  
		que es igual que la Venus de tus sueños.  
		Bajo una camiseta de elefante  
		que pone «University of Indiana  
		(Jones)» y unos pantalones de hipopótamo,  
		se mueve por el mundo con el arte  
		que le da su ascendencia mitológica.  
		Hace ya varios días que vigilo  
		desde el balcón su cuádruple barbilla  
		y el sol dorado de su cabellera.  
		Hace ya varios días que le envío,  
		cuando se pone a tiro de mis ojos,  
		dardos de amor y flechas de deseo.  
		Pero no llegan nunca a su destino. 
		  
		
		
		 
		
		TIEMPOS DIFÍCILES 
		Era todo tan triste y tan 
		absurdo. 
		No vivías apenas. Te colgabas 
		de la pared de la melancolía 
		y veías pasar las lentas horas 
		que hacia nada conducen y hacia 
		nunca. 
		Las mujeres te habían retirado 
		su protección, los dioses su 
		asistencia 
		y la literatura su cobijo. 
		Fueron tiempos difíciles 
		aquéllos. 
		  
		  
		
		  
		
		  
		
		EL OLVIDO 
		
		La olvidé. Por completo. Para 
		siempre 
		(o eso creía entonces). Me cruzaba 
		con ella por la calle y no era ella 
		quien se paraba ante un escaparate 
		de ropa deportiva, no era ella 
		quien compraba el periódico en un quiosco 
		y se perdía entre la muchedumbre. 
		Como si hubiera muerto. No era ella. 
		Su nombre era el de todas las mujeres.  
		
		  
		
		EL DESAYUNO 
		Me gustas cuando dices 
		tonterías,  
		cuando metes la pata, cuando mientes,  
		cuando te vas de compras con tu madre  
		y llego tarde al cine por tu culpa.  
		Me gustas más cuando es mi cumpleaños  
		y me cubres de besos y de tartas,  
		o cuando eres feliz y se te nota,  
		o cuando eres genial con una frase  
		que lo resume todo, o cuando ríes  
		(tu risa es una ducha en el infierno),  
		o cuando me perdonas un olvido.  
		Pero aún me gustas más, tanto que casi  
		no puedo resistir lo que me gustas,  
		cuando, llena de vida, te despiertas  
		y lo primero que haces es decirme:  
		«Tengo un hambre feroz esta mañana.  
		Voy a empezar contigo el desayuno».  
		 
		 
		EL 
		FANTASMA 
		Se pasaba las noches de su 
		muerte 
		arrastrando cadenas por el 
		lóbrego 
		caserón que le fuera 
		destinado. 
		Al despuntar el alba se dormía, 
		hecho un ovillo con su propia 
		sábana. 
		Todos habían muerto ya: sus 
		padres, 
		las mujeres que amó cuando era 
		joven 
		y la que envejeció con él, los 
		dioses 
		de su infancia, los viejos 
		camaradas. 
		Qué habría sido de ellos. En qué 
		mundo 
		asustarían a la gente. Cuándo 
		volvería a abrazarlos, aunque 
		fuese 
		muerto, de noche y con aquella 
		facha.  
		  
		 
		
		CUANDO PIENSO EN LOS VIEJOS AMIGOS 
		Cuando pienso en los viejos 
		amigos que se han ido 
		de mi vida, pactando con 
		terribles mujeres 
		que alimentan su miedo y los 
		cubren de hijos 
		para tenerlos cerca, controlados 
		e inermes. 
		Cuando pienso en los viejos 
		amigos que se fueron 
		al país de la muerte, sin 
		billete de vuelta, 
		sólo porque buscaron el placer 
		en los cuerpos 
		y el olvido en las drogas que 
		alivian la tristeza. 
		Cuando pienso en los viejos 
		amigos que, en el fondo 
		del mar de la memoria, me 
		ofrecieron un día 
		la extraña sensación de no 
		sentirme solo 
		y la complicidad de una franca 
		sonrisa...  
		  
		
		  
		
		COLLIGE, VIRGO, ROSAS 
		
		Niña, arranca las rosas, no 
		esperes a mañana. 
		Córtalas a destajo, desaforadamente, 
		sin pararte a pensar si son malas o buenas. 
		Que no quede ni una. Púlele los rosales 
		que encuentres a tu paso y deja las espinas 
		para tus compañeras de colegio. Disfruta 
		de la luz y del oro mientras puedas y rinde 
		tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico 
		que va por los jardines instilando veneno. 
		Goza labios y lengua, machácate de gusto 
		con quien se deje y no permitas que el otoño 
		te pille con la piel reseca y sin un hombre 
		(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma. 
		Y que la negra muerte te quite lo bailado.  
		
		  
		
		VOY A ESCRIBIR UN LIBRO 
		
		Voy a escribir un libro que 
		hable de las (poquísimas) 
		mujeres de mi vida. De mi primera novia, 
		me enseñó el amor y las puertas secretas 
		del cielo y del infierno; de Isabel, que se fue 
		al país de los sueños con el pequeño Nemo, 
		porque aquí lo pasaba fatal; de Margarita, 
		recordando unos jeans blancos y unos lunares 
		estratégicamente dispuestos; de Ginebra, 
		que le dejó a Lanzarote plantado por mi culpa 
		y fundó una familia respetable a mi costa; 
		de Susana, que sigue tan guapa como entonces; 
		de Macarena, un dulce que me amargó la vida 
		dos veranos enteros; de Carmen, que era bruja 
		y veía el futuro con ojos de muchacho; 
		de la red que guardaba los cabellos de Paula 
		cuando me enamoré de su melancolía; 
		de Arancha, de Paloma, de Marta y de Teresa; 
		de sus besos, que izaron la bandera del triunfo 
		sobre la negra muerte, y también de su helado 
		desdén, que recluyó tantas veces mi espíritu 
		en la triste mazmorra de la desesperanza. 
		Voy a escribir un libro que hable de las mujeres 
		que han escrito mi vida. 
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