Poemas de Cecília Meireles
Taducción de Pedro Sevylla de Juana
Retrato
Yo no mostraba este rostro de ahora,
tan
tranquilo, tan triste, tan delgado,
ni
estos ojos vacíos,
ni el labio amargo.
No eran mías estas manos sin fuerza,
tan paradas, tan frías, tan muertas;
no sentía este corazón
que ni late apenas.
No me di cuenta del cambio,
tan paulatino, tan adecuado, tan sencillo:
-
En que espejo quedó mi rostro
perdido?
Traéme
Tráeme unos pétalos de esas sombras serenas
que las nubes empujan en lo alto del día!
Una brizna de sombra, apenas,
- mira que no te pido alegría.
Envíame un atisbo del inocente brillo lunar
que la noche mece en tu corazón!
El candor, tan solo, de los vientos:
- advierte que ni pretendo ilusión.
Acércame las pavesas de tus recuerdos,
fragancia perdida, nostalgia de la flor!
-Entiende que no te digo - esperanza!
-Nota que ni siquiera sueño - amor!
Motivo
Canto porque el momento existe
y mi vida está llena.
No soy alegre ni triste:
simplemente, soy poeta.
Hermano de las cosas esquivas,
no siento deleite ni tormento.
Cruzo las noches y los días
cabalgando el viento.
Ya derribe o construya,
permanezca o me diluya,
- no sé, no sé. No sé si estoy
o es que me voy.
Sé que canto. Y la canción es la
vida.
Tiene sangre inmortal y ritmo en
las alas.
Sé que enmudeceré un día:
- eso es todo, casi nada.
Nociones
Entre mí y yo,
hay vastedades bastantes
para navegar
mis deseos afligidos.
Descienden por
el agua mis naves recubiertas de espejos.
Cada cuchilla
arriesga una mirada, e investiga el elemento que la alcanza.
Pero, en esta
aventura del sueño expuesto a la fluencia,
solo recojo el
sabor infinito de las respuestas inexistentes.
Me volqué
sobre mi propia experiencia, y la contemplé.
Mi virtud
nacía de esa deriva por mares discordantes,
y de la
renuncia más allá de la felicidad y de la belleza.
Óh mi Dios, es
decir mi alma:
cualquier cosa
que flote sobre este cuerpo efímero y precario,
como el viento
vanidoso del océano sobre la arena insensible e innumerable…
Resurrección
No cantes, no
cantes, porque vienen de allá los náufragos
llegan los
cautivos, los tuertos, los frailes, los oradores, los suicidas.
vienen las
puertas, de nuevo, y el frío de las piedras, de las gradas,
y, en la ropa
negra, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de
inquieta llama humeante. Y los libros. Y los apuntes.
No cantes. La
plaza llena se vuelve lóbrega y subterránea.
Y mi nombre se
escucha a sí mismo, triste y hueco.
No cantes, no.
Porque era la música de tu
voz la que se
oía. Estoy recién muerta, llorosa aún.
Algún
distraído baboseó sobre mis pestañas
Por eso noté
que era tan tarde
Y permití que
en mis pies diera el sol y se agitaran las moscas.
Y de mis
dientes escapara una baba lenta.
No cantes,
pues retoqué mi cabello, ahora,
y estoy
delante del espejo, y comprendo mejor que ando huida.
Recreación
La vida solo es posible
recreada.
Avanza el sol por las campiñas
y
pasea la mano dorada
sobre las aguas, sobre las hojas…
Ah! todo burbujas
que surgen de profundas piscinas
de ilusiones… — nada más.
Pero la vida, la vida, la vida,
la
vida sólo es posible
recreada.
Viene la luna, viene, retira
las esposas de mis muñecas.
Me proyecto en espacios
saturados de tu Figura.
Todo mentiras! Mentira
de la luna, en la noche oscura.
No te encuentro, no te alcanzo…
Sola — estabilizada en el tiempo,
me
desprendo del vaivén
que
me lleva más allá del tiempo.
Sola
— en la oscuridad,
quedo:
recibida y entregada.
Porque la vida, la vida, la vida,
la
vida solo es posible
recreada.
Carta
Yo, sí. — Pero
la estrella de la noche, que ascendía y descendía
[del cielo,
fatigada y desconocida?
Pero los
pobres, golpeando las puertas, sin consecuencia, arremetiendo
[ contra la
noche y al día con su puño descarnado?
Y los niños,
que gritaban con el corazón sobresaltado:
[“por qué
nadie nos responde?”
Y los caminos,
los caminos vacíos, con sus manos abiertas sin ton ni son?
Y el Santo
inmutable, permitiendo a las cosas seguir su derrotero?
Y las músicas
silenciadas en cajas, suspirando con las alas encogidas?
Ah! — Yo, sí —
porque ya lloré todo, y desnudé mi cuerpo ajado y triste,
[ y mis
lágrimas lo purificaron,
[y el silencio
de la noche lo enjugó.
Pero los
muertos, que enterrados soñaban con palomos ligeros
[y flores
límpidas,
y los que en
altamar esperaban el mensaje que la playa desplegaría
[rauda hasta sus dedos...
Y
los que dieron cabezadas, debido a tan larga vigilia
[ — de los que
ignoro si despertarán...
y
los que murieron de tanto esperar... — de los que ignoro si se salvaron.
Yo,
sí, Pero todo eso, todos esos ojos puestos en su propio ser,
[en lo alto de
la vida.
no
sé si te mirarán como yo,
renacida
de mí, y despojada de venganzas,
el día que
necesites perdón.
PSdeJ
.
El
Escorial a 25 de septiembre de 2013
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