SEDUCCION, LABIOS Y
MAR
Localicé el ocaso del día en mí,
creyendo ver tu sonrisa en la bruma,
evolución del silencio en frescura,
cual tesis desleal de mis sentidos.
Perduras, el olvido aún no erosiona,
te sumerges y emerges en las aguas,
cristalinas aguas de voluptuoso oleaje,
donde Poseidón no reina, sólo mi mente.
¿Fue la seducción mi soledad?
no, creerías que profané la necedad,
fueron tus labios con reminiscencia a Mar,
néctar divino que incendió a mi alma.
Lapso, detente impertinencia burda,
monólogo destructivo de mi ser,
agitarás el recuerdo hasta agotar la luz,
al resucitar tus labios estos versos.
Contemplé el respirar de la noche en mí,
creyendo ver tus ojos en la penumbra,
cristalizó el resplandor de la tiniebla,
ofrenda mortal, en la Bahía del Adiós.
ALGUIEN OBSERVANDO
Te he observado espiar tras las cortinas,
con la mirada perdida en algún horizonte,
devorando a otras gentes tan
indiferentes
que machacan veredas sólo por costumbre.
He notado la inquietud de tus pupilas,
con manos crispadas por tanta impotencia,
y un suspiro profundo empaño los cristales,
sin poder destruirlos como hubieras deseado.
Te he visto observar desde tu fortaleza,
con frente sudorosa y aspecto cansino,
bebiendo la brisa que obsequia la noche,
sin penas ni glorias, solo por destino.
He descifrado de pronto tus dudas y temores,
náufrago del llanto que abraza la impaciencia,
soñando una isla sin tesoros ni puertos,
y miles de gaviotas de incesante vuelo.
Te he visto observar hacia mi ventana,
papel y lápiz en mano, escribiéndome
algo,
y dudé entonces si en verdad existías
o un gigantesco espejo pendía del cielo.
|