REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências


nova série | número 39 | junho-julho | 2013

 
 

 

 

 

 

 

ESTHELA CALDERÓN

La que hubiera sido

y otros poemas

In: http://www.laprensa.com.ni/2012/01/09/
 

EDITOR | TRIPLOV

 
ISSN 2182-147X  
Contacto: revista@triplov.com  
Dir. Maria Estela Guedes  
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HISTORIA  

El sonido de la primera palabra fue la de un árbol,

y los animales y las aguas respondieron.

 

El primer humano era sordo.

No escuchó el soplo de la corriente vital.

 

Desde entonces, heredamos la sordera. 

(De Soplo de corriente vital) 

 

ADN

Escupe tu semilla y sabrás de qué estás hecho.

Ella evocará la escalera con tu cenital misterio

y cazará la estrella de las ilusiones,

aquella en donde fuiste el polvo que ya no serás.

(De Coyol Quebrado) 

 

MUCUNA URENS  

Entre bejucos trepadores

y estandartes con alas,

crecen los ojos de los ciegos.

 

Enredados, tienen un corazón

que se apiada de los recuerdos inútiles.

 

Ellos deslizan su mirada certera.

Suertero el elegido

a quien le han de vaciar

los distantes sortilegios…

 

Transcurren las horas y fluye el viaje.

Silencioso pacto de imágenes,

divisando las vocales de un nombre. 

 

Los ojos traspasan las sombras estiradas

de las Cañafístolas y los Caraos.

Río abajo, nadan con las Tilapias,

y, desde el lomo de una Ballena, regresan al mar.

 

Kilómetros recorridos

desde su sarcófago negro y arrugado...

Insistentes, marchan con su liviana redondez,

acercándose hasta la mano que los reconoce dichosa.

Dichosa mano, elegida para quedarse con tus ojos.  

(De Soplo de corriente vita )

 

LA QUE HUBIERA SIDO

Si me hubieran dejado construir

cada parte de mi cuerpo, 

habría elegido la fortaleza de los árboles.

 

Mis pies serían esculpidos en Laurel

y mis piernas fueran dos troncos sólidos

en madera de Pochote

para andar sin cansarme

por llevar mi memoria a cuestas.

 

Mis caderas las moldearía

con el ritmo bronceado de Caoba.

Con ellas ahuyentaría la desgracia

en días y noches de indiferencia.

 

En cálida casulla donde crece el Cacao

convertiría mi vientre,

y par de fuertes Lianas mis brazos

para seguir fuera de mí, mucho más lejos,

agarrándome con manos de Guarumo.

 

Si me hubieran dejado construir

cada parte de mi cuerpo,

los colores variados de las plantas

y las frutas hubiera elegido.

 

Con el rojo del Malinche,

pintaría mis labios para el laberinto de batallas.

Me cubriría el cuerpo

con el color de los pecaminosos Nísperos.

Y dos semillas negras de Tamarindo

encenderían mis ojos.

 

El Guanacaste me regalaría dos orejas,

la Grosella una redonda nariz,

la Guaba almohaditas blancas para dientes.

 

Enredaderas de Catapanzas

con flores de Jalacate serían mi pelo,

y un dúo de pequeñas mandarinas

alegremente cantarían en mi pecho.

 

Si me hubieran permitido construir mi corazón,

lo habría tallado con la carne de un Roble,

las flores de todos los Madreados en mayo,

una rebanada de obstinados Cactos,

la tolerancia insufrible de una Amapola

y la frialdad con que miran las Orquídeas.

 

Si me hubieran permitido construir

cada parte de mi cuerpo,

habría elegido el adormecedor aroma de las flores.

 

En la queja de los Madroños

y en el vía crucis de los Corozos se volvería mi lengua.

Mi boca tendría el aliento de las Brugmansias.

Entonces, moriría transparente y despierta,

añorando el paso lento de una estrella,

yo, ahora imaginando ser la que hubiera sido.

 

Manojo de Siempreviva mi cerebro

y alaste flor de Avispa mi sangre. 

(De Soplo de corriente vital)

 
 

ANUNCIOS CLASIFICADOS

 

El jardín de Gencianas le informa que junto al Orégano

le atienden todos los días para arreglar las gargantas adoloridas.

 

Naranjoagrio avisa  a  su distinguida clientela estresada

y con terribles dolores de cabeza

que lo espera todos los días

en su consultorio ubicado en el fondo del patio.

 

De donde estuvo el aguacate cuatro pasos a la izquierda

el Mango Mechudo les recuerda

que los cuerpos golpeados

están en la curación de sus manos.

 

¡Venga!, ¡venga! Aproveche la ganga

por comprar una Papaya ¡también se lleva las semillas!

Siete semillas tomadas le harán mejor la digestión.

 

Se venden collares de Higuera

para desaparecer la topa.

 

Si su pecho está constipado,

inhale raíces de Zorrillo

pasadas por agua hervida.

 

Dígale adiós a los paños,

restregándole Yerba del Diablo

y sáquele un nuevo rostro a su cara.

 

El secreto mejor guardado para los días electorales

que de vez en cuando aparecen

se lo revelamos hoy:

una cuarta de hollejo de Laurel

para salvarlo de picaduras de Serpientes.

Machaque bien el hollejo y

déjelo reposar sobre el área afectada.

Le aseguramos que sobrevivirá al veneno. 

(De Soplo de corriente vital)

 
 

DECÍA MI ABUELA

Las verdades se leen en la frente,

y las mentiras en un palo de Caimito.

 

Debajo de ellos, hay un mundo anaranjado

con su Luna café.

El Sol arde por encima con rayos verdes,

y le cuelgan estrellas con senos morados

repletos de leche.

 

Los pájaros que ahí viven 

son orgullosos de la belleza inexacta de su casa.

De rama en rama, van poniendo serenatas.

 

¡Árbol tan engañoso!

Con dedos de brillante sombra,

nos llamaba a todos los chavalos

para que cruzáramos sin permiso aquel cerco

y bebiéramos su leche. 

 

Nuestra boca, entonces,

se volvía morada como sus senos.

Ya no podíamos mentir,

aunque nos tapáramos la frente.

(De Soplo de corriente vital) 

 

CANCION DE LAS FLORES MUERTAS

La vida pasa a la velocidad de los puentes

que no alcanzamos a contar en nuestros viajes

porque cada viaje guarda puentes que la vida desconoce,

y contar no es necesario.

Ahora nada interesa.

 

Un grito jubiloso no fue escuchado a mitad de la noche,

porque el júbilo es un sonido desconocido,

una partícula muy lejana no apta para los humanos,

el escondite sellador de voces.

Ahora nada interesa.

 

De colores, dicen, se visten los campos en la primavera,

¡Colores!, reclamarán los campos en su nueva sequía.

Porque  las iglesias hacen lucir sus jarrones

con cadáveres que exigen novias y quinceañeras.

Ahora nada interesa.

 

Somos violenta ofrenda sobre espinas,

un oasis de esponja que sostiene las apariencias,

y el incienso de nuestro réquiem hábilmente se suspende  hasta los santos.

Ahora nada interesa.

Porque el salvaje aspecto de una Heliconia no regresa.

La inquietante fragancia de las Violetas no regresa.

La inocencia de una pulcra Margarita no regresa.

Los Lirios y los Crisantemos tampoco han de regresar

a la rama de la que fueron arrancados.

Nada interesa ahora.  

(De Coyol Quebrado) 

 

DESARRAIGO

Cada casa lleva a cuesta

el origen que ha podido arrancar de la tierra.

Árboles nuestros y ajenos

cargamos cada día.

Jardines de Zacate-limón

con su estocada de espadillas verdes

parten en dos cada recuerdo.

La fragancia de Romero y Albahaca

nos ahoga en la reseca respiración

del titubeo de sus hojas.

Cadenas, clavos y soga

son parte inseparable de la carga.

Van retorcidas en las vidas encontradas,

enrolladas en la repetición de las vivencias.

Cada casa guarda en el aire sus raíces,

esperando encontrar una nueva tierra

donde quedar plantada.

(De Coyol Quebrado) 

 

ANTES DE QUE…

El viejo de agua clavó su plan cósmico

en la fertilidad de las doncellas

antes de que la angustia huyera del circular cuerpo de Cristo.

Un corazón pequeñito soñaba

con el pensamiento de su viejo padre 

antes de ser desprendido de su insomnio.

Desde lo más hondo de un gemido

surgieron las hojas del primer Ahuehuete

antes de que los ídolos aprendieran a llorar.

Una fila con diferentes vías fue su templo

donde escribieron sus prosaicas iniciales los ancestros

antes de que la sangre fuera un breve infinito.

Desde allí Netzahualcóyotl diseminó las semillas

en Texcoco para proteger la alborada de su descendencia

antes de que su alter-ego fuera descuartizado.

Una espiral de tul advirtió la grandeza Mesoamericana

y una fugitiva hoguera lanzó sus señales temblorosas

antes de que el crepúsculo se volviera cenizas.

Nada de espacio entre los espejos y el pedernal

que concentraba la mística furia de una raza

antes de que fuera el refugio de la Noche Triste.

Un canto de tu majestuosa gigantez

fue raptado hasta la torre de la corona doble

para exhibirte como trofeo milenario

y colocarlo como utilería en un circo de parque.

Tu hijo-canto aprieta su puño sin titubeos

tu tímpano reconoce el crujir de sus ramas.

En ellas las Urracas y las Tórtolas se apiñan en invierno.

Ahuehuete, viejo guerrero,

guía de mil batallas y dos mil historias,

en tus grietas juegan los niños

y en tu altura un vitral fue pintado por Moctezuma

antes de que se hunda el artificio

de los que sobrevivirán.

(De Coyol Quebrado)

  

CAJA 

Los ataúdes son los Pinos, Pochotes y Laureles

donde se refugia por última vez la cólera y las edades.

Amontonados  los años,

descansan dentro de la caja mortuoria.

Espacio amigo brindado por un árbol.

Oscuridad después de los desmayos y los ayes.

Tres palabras en una misma fosa:

silencio, madera y gusano.

(De Coyol quebrado)

  

HABLANDO CON MIS GUSANOS

Anoche hablé con los gusanos

que se comerán mis ojos, mi lengua y mis orejas

un día de estos a lo mejor no tan lejano.

Por ahora mastican Amapolas y raíces de Guanabana,

matando el tiempo hasta la caída de mi cuerpo

acurrucado en su casa de Pino.

Ellos dicen que no me dolerá:

un leve cosquilleo en las uñas de mis pies

y alguno que otro escalofrío en las tripas

será el aviso de su minuciosa faena.

Me han prometido fundirme con la tierra,

deslizarme sobre los colores de las mariposas

y lloverme en rapadura dorada

sobre el techo del cuarto de mis libros.

Pasarán ardorosos sus bocas

hasta desprender la pulpa de mis manos,

 huesos grises y blancos serán la fortuna

que dejaré entre las tablas.

En el cerebro derramado sobre el lienzo

de un poema perdurable

 irán descifrando letra a letra

hasta llegar a los arboles, piedras y flores.

Me han dicho que regresaré

en la musical corteza de un ronco Espavel,

o en la encolochada siesta de los Chilamates.

(De Coyol quebrado) 

 

DOGMA DE FE

Creo en los amaneceres de los recios bejucos de Yagube

y  las refulgentes hojas de Chacruna cuyo espíritu de selva

ha de purgar el mundo penitente de los Shipibos.

 

Creo en el nacimiento de las Passifloras y las Magnolias

de las Calas y Alhelíes de inusitadas imágenes y esencias

que nos esclarecen la imperfección de la raza humana.

 

Creo en el ilimitado pensamiento de la floresta

 y en la compasión incalculable de los animales

que aportan el orden sensato que precisa el universo. 

 

Confío en el escarmiento brutal a nuestra especie

por  la inmerecida evolución que recibimos.

En algún lugar, alguien de nuevo

debe inventar otra fórmula.

(De Coyol quebrado) 

 

LOS HUESOS DE MI ABUELO

III (Fragmento)

En el Otro Mundo, Nahualpilli descansó

bajo la cornisa de unas piedras.

Su cuerpo era de granito y conchas,

 del cuello cuentas verdosas colgaban.

Era de candente voz con palabras de musgos y helechos.

Se quedó dormido.

En sus sueños miró la llegada de las almas.

Aparecían como ciegos que van tanteando entre las sombras,

espacios vacios que nadie conoce. ¡Así son las almas!

Figuras donde no anclan los remordimientos

ni saladas aguas salen de los ojos

porque los ojos no son necesarios.

Pero las almas lo ven todo.

El alma de cada muerto regresa a ser Pino,

Madroño, Geranio o Crisantemos.

Queda libre para siempre del caparazón humano.

Se salva de su corrosivo ego y de su inaguantable envidia.

Nadie sabe cuándo toca de nuevo ese castigo:

regresar a la superficie para ser

el inventor de un nuevo condón, 

otra píldora que calme los nervios,

un nuevo tinte o  la última guerra.

Y en el mejor de los casos:

El creador de una mágica formula que elimine la grasa del culo, 

ser quemado en una hoguera

o un poeta que anhele morir para ser recordado.

Es mejor nacer siendo una medicinal y bella Cañafístola,

una deliciosa y perfumada Guanábana,

 un frondoso y fresco Chilamate,

una enramada de exóticas Calalas

o la maraca de una Heliconia.

¡Esa sí es vida!

Entenderse con el viento y los ríos,

escuchar cómo cantan las piedras y se queja el gusano.

Conversar con los animales

y ser la casa de tantos pájaros.

¡Esa es una buena vida!

Conocer la rutina de las crisálidas y las luciérnagas,

arropar a las bestias y a los mansos

y sentir el cosquilleo de muchos insectos.

¡Qué vida!

(De Los huesos de mi abuelo) 

 

IV (Fragmento)

Una vez me lanzaron allá arriba

donde nacen los depredadores.

Yo era un cobarde porque maldecía ser oruga

y tenía espanto de ser un roble.

Me negaba a que me azotaran los vendavales.

Entonces fui un elegante y respetado ejemplar de saco y mocasines.

De posesión me dieron

una mujer convulsa y ninfómana,

dos hijos que se mutilaron las alas

para quedarse anclados en el sillón de la sala

como viejos barcos de piratas

sin doblón de oro en sus entrañas

y un hermano que se fue.

Mi trabajo era arrancar uñas, taladrar dientes y romper testículos.

Dios guiaba mi mano

 ¿Quién iba a negar el poder de Él?

Yo era lo que Dios quería que fuera,

 eso dijo mí guía espiritual.

Era milagroso escuchar las confesiones

con sólo enseñarle una bolsa plástica o el sonido del taladro.

El sonido era como el ronroneo de un gato que precisa de cariño.

Y  la bolsa, una capucha diáfana para medir el valor.

A veces los gritos me transmitían mucha fatiga,

pero nada era en vano, porque siempre había un nombre o un número

que me despertara misericordia. 

(De Los huesos de mi abuelo)

 

UNA ARAÑA

Hay días que suenan a silencio y hay noches que no saben callar.

En esos días, alguien descubre que el arpegio de las ramas

le va dictando las notas al viento,

y como un péndulo le bailan los minutos.

Mientras tanto, en una esquina del techo,

una araña aligera sus muchos pasos en las redes de su casa.

Va y viene de un hilo de saliva a otro,

de mirar profunda con sus múltiples ojos.

Un día lanzaré toda mi saliva por  un delicioso escarabajo azul.

De esa manera por fin, sabré desintegrar en mi lengua

todos los sabores que conducen a la muerte.

Así, igual como vos lo hiciste.

Me habló la araña como si me conociera.

(Inédito) 

 

UN DIA CUALQUIERA

Un día cualquiera llueve

y no se distinguir

el sonido de sus gotas.

Agua cayendo despacito silenciosa

deslizándose hasta el suelo.

Todo se fue pintado de blanco

con esa lluvia que no escucho.

He quedado sorda en su existencia.

Ella sin mí y yo sin ella

espejismo mutuo que en la noche se siente libre.

Abrazo la transparencia de lo que ha quedado afuera

 y me la llevo a mi cama.

Acomodo la cabeza sobre el abismo de los sueños.

Por fin puedo retomar el ruido

y  presto oído a voces.

Un gallo está cantando misa de cuerpo presente

a los cuerpos inflamados que he visto desde mi infancia.

Hay penumbras en esta caída

voy girando y girando

 en la memoria que no duerme.

 Cruzo un campo de albahaca

y desprendo muchas hojas

antes de postrarme ante la lápida abierta

que tiene inscrito mi nombre.

Abro los ojos y de vuelta al silencio de la lluvia.

Acomodo nuevamente mi cabeza

y espero a que llegue el primer abismo.

Ahora llegan risas, murmullos

 desde rincones que no encuentro.

Una cortina de hilvanas uñas se abre,

y deja a la vista

la espalda diamantina de una serpiente,

extiendo mi mano, la rozo y se va.

 Me disperso poco a poco

sobre la crin de un campo de cebada

y traspaso las raíces de los granos.

El olor mineral hace que me recoja nuevamente

y empiece otro trecho de camino

debajo de toda la tristeza blanca y fría.

Cruzo un campo de albahaca

y orgullosa no sé de qué

arranco muchas hojas

antes de postrarme ante la lápida abierta

que tiene inscrito mi nombre.

Me las restregó en la cara

y me lanzo contra la furia de mi corazón

que no quiere morir.

(Inédito)

 
 

Esthela Calderón nació en Telica, municipio de  León, Nicaragua en 1970. Es la autora de varios poemarios, entre ellos: Soledad (2002, editorial CIRA), que ganó el primer lugar de los Juegos Florales Centroamericanos, Belice  y Panamá en 2001, Amor y conciencia (Editorial UNAN-León, 2004), Soplo de corriente vital (400 Elefantes, 2010), una colección pionera de poemas etnobotánicos, La hoja (Centro de Arte Moderno de Madrid 2010), Coyol quebrado (400 Elefantes, 2012), siguiendo la veta ecológica y Los huesos de mi abuelo (400 Elefantes, 2013). Su novela histórica  8 caras de una moneda  fue publicada en 2006 (Editorial UNAN-León) con una segunda edición tres años después. Es coautora de Cultura y costumbres de Nicaragua (Greenwood Press, 2008). Durante 10 años fue la Coordinadora Técnica del Simposio Internacional Rubén Darío, para el cual compiló las memorias anuales. Desempeñó el cargo de Secretaria General de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE).  Sus poemas han aparecido en las antologías Cruce de poesía Nicaragua-El Salvador, Revista Alforja (México), Festival Internacional de Poesía de Granada (Nicaragua), Mujeres de sol y Luna (Nicaragua), trilogía Poética de las Mujeres en Hispanoamérica (México), El Turno del Ofendido (El Salvador), Verbo desenrejado (Chile), así como también en las revistas World Literature Today (Universidad de Oklahoma), Translation Review (Universidad de Texas en Dallas: número especial dedicado a la nueva literatura latinoamericana), y en Review: Literature and Arts of the Americas (Americas Society-Nueva York). Ha ofrecido recitales a través de Centroamérica y como invitada en la Universidad Alcalá de Henares, Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Salamanca. Actualmente, es directora de la Promotora Cultural Leonesa e Instructora Adjunta en el Departamento de Lenguas Modernas de la St. Lawrence University de Nueva York.

 

 

© Maria Estela Guedes
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